El popular Mariano Rajoy pidió paciencia a los españoles; el socialista François Hollande pidió tiempo a los franceses. En realidad piden fe, que es creer en lo que no se ve. No se ve que esto mejore. "Esto" es la vida de la mayoría de las personas. Esto no mejora porque no está pensado para la mayoría. La cuenta de la austeridad, de los números negativos, de menos por menos igual a más (-x-=+) es para menos personas. El exterminio sistemático de convoyes ferroviarios de clase media es en lo que estamos. Está a la vista. Menos gente en los sitios donde nos relacionamos (en el trabajo, en las tiendas, en los bares) por eso trabajan tanto lo que oímos.

Por el Partido Popular nos enteramos de que al Ejecutivo le falta relato a pesar de que lo que estamos notando es, precisamente, que sobra, que molesta, que no hay quien aguante ya la tertulia bipartidista de "la herencia recibida", de "las políticas que nos han traído hasta aquí", por un lado, y de las propuestas que solo se hacen desde la oposición y jamás se llevarían al Gobierno.

Acaso hoy haya acabado ya el entretenimiento de buscar el pacto, ese minueto en honor de su Majestad. El Gobierno ha salido a la pista ofreciendo un tango enredador en el que lleva el macho y dobla hasta el suelo a la hembra y la hace girar. La oposición socialista plantea un baile suelto setentero y libre. Ante la nada que ofrecer, el relato sostiene que lo malo que nos ha llevado a lo peor ha evitado lo pésimo. Este cataplum nos libró del crack. Un relato con onomatopeyas de la mismísima Marvel Cómics, estruendo narrativo para añadir al ruido informativo.

La disonancia del pacto que nadie quiere, el ruidoso rescate que fue, pero no hubo, el "digo Diego" fiscal, el parloteo del monólogo bipartidista, el ensayo político sobre la falta de relato leído por megafonía... un poco de silencio sería respetuoso con el momento y con lo que está a la vista.