El cuadro que acompaña esta columna refleja la evolución de la tasa de paro en Galicia y sus cuatro provincias desde los mínimos que se registraban a principios de 2008 hasta la actualidad. En todos los casos, los datos corresponden al primer trimestre del año. Las dinámicas no son totalmente coincidentes. Es verdad que la tendencia es al alza en todos los casos, pero las cadencias y las intensidades varían. En el punto de partida, Ourense era la provincia con menor tasa y A Coruña la que sufría un desempleo más elevado. En el caso de la primera, los efectos de la crisis tardan más en notarse, pero lo hacen con especial virulencia en 2009 y 2012. Hoy es segunda en el ranking provincial, con una tasa de paro del 24%. Al contrario, A Coruña tiene en 2013 la tasa de paro menor de Galicia, para situarse siete puntos por debajo de la media española. La peor parte se la lleva la provincia de Pontevedra, con una tasa de paro en el 25%; si bien la situación no ha empeorado a lo largo de 2012, como en el resto. Finalmente y ya dentro de esta demarcación, el municipio de Pontevedra está resistiendo mejor que el de Vigo.

¿Qué hacer? Es evidente que el problema desborda el ámbito gallego y que es incluso más grave en otras autonomías en las que la población activa ha crecido más. Aun así, ahí van tres sugerencias.

La primera es que la Xunta de Galicia no debe ajustar más que lo que toca. Es absurdo reducir el déficit por debajo de lo exigible cuando tenemos un problema grave de falta de demanda. Toca revisar los presupuestos de 2013 recientemente aprobados en función del objetivo final de déficit para este año para Galicia, que no debería alejarse mucho del 1,2% del PIB gallego.

La segunda es que los hogares que se han visto menos azotados por la crisis no deben dejar llevarse por el miedo y la precaución. Deben seguir gastando su dinero para no agravar el círculo vicioso de la depresión. Además, deberíamos dar preferencia a productos y servicios gallegos. ¿Por qué no decantarse por comprar coches fabricados en Citroën Vigo, pasar las vacaciones dentro de Galicia, o comprar ropa de marcas gallegas? Esta reflexión no la puede expresar públicamente un responsable político por eso de la libre competencia y el mercado único, pero sí un columnista.

La tercera es que los compradores están ahí fuera. Sobre todo fuera de la Unión Europea. Es verdad que la internacionalización de una empresa no puede improvisarse y que los resultados tardan en este frente. Pero en algún momento habrá que empezar.

*Catedrático de Economía Aplicada de la Universidade de Vigo

@SantiagoLagoP