Pues no, que va a ser que no, que el exconselleiro de Industria, Javier Guerra, no jugó el pasado fin de semana en el campo de O Casal porque estaba lesionado, no por sanción. Que me cuentan que ya cumplió el castigo, que no fue de 17 partidos, sino de 8, que en veteranos no es nada. Pero bueno, a lo que íbamos, que Javier Guerra es un enamorado del fútbol de veteranos, donde mantiene un equipo, El Niño, que se impuso en el Memorial Estévez celebrado el miércoles en Moaña. Guerra acudía incluso a los partidos cuando era conselleiro. Era la forma de acabar con el estrés de la política. Su idilio con el balompié es grande y en el campo encuentra desahogo. Su condición atlética está a la altura de un special one.

La casa azul gana adeptos

Sotelo tiene que prepararse para un referéndum. La casa azul de la calle Real gana cada vez más adeptos. Lo que antes se veía extraño ahora se califica de acogedor. Nos recuerdan que antes en el casco vello las casas eran de colores, de colores gamela, para ser exactos.

El dominio de la luz. No tiene superpoderes, ni lleva traje para correr más rápido que la luz, pero es capaz de captarla en su cámara, la de José María Pérez Santoro, que ayer inauguraba exposición en la Casa de Cultura de Cangas, organizada por A Cepa. Éxito de público, pardiez.