La crisis chipriota ha dejado claras algunas cosas en medio de la sensación de desgobierno y de falta de liderazgo que se extiende por esta Unión Europea a merced de la hegemonía alemana, más acusada si cabe tras la entrada en cuarto menguante del contrapeso francés.

El encargado de levantar el telón ha sido el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem. Su advertencia de que Chipre será un modelo para resolver en adelante las crisis financieras ya no deja lugar a la duda. Ahora más que nunca queda claro que él no ha hecho más que poner voz a la decisión de los socios del Norte de decir basta a la financiación de los rescates bancarios del Sur.

El aviso de este socialdemócrata ministro holandés de Finanzas que encabeza el Eurogrupo desde enero es la señal inequívoca del norte de la eurozona para dejar de rescatar bancos con dinero público. El debate sobre la reforma debe cerrarse en junio. Cabe recordar que Alemania, Holanda y Finlandia habían pedido que el cambio entrase en vigor en 2015, tres años antes de lo previsto.

Lo que se está cocinando es que, después de lo de Chipre, en los bancos con problemas deberán pagar los accionistas en primer lugar, seguidos de los poseedores de deuda mala y de la máxima calidad y, por último, los depositantes con más de 100.000 euros. Hoy por hoy todo apunta a que las declaraciones de Dijsselbloem sólo tienen de error el cálculo político. Las palabras del presidente de Eurogrupo fueron claras y aún resuenan los ecos de aquella frase. "Miren, ustedes corrieron riesgos: afróntenlos; y si no pueden hacerlo, entonces no deberían haberlos tomado", dijo.

Si el objetivo no se alcanza en 2015, nadie duda de que será una realidad para 2018. Ya está en marcha una directiva sobre la resolución de las crisis a la chipriota. Y el Banco Central Europeo presiona en la misma dirección para que la factura deje de recaer cuanto antes sobre los contribuyentes.

La cuestión es que a partir de ahora los Estados no paguen las quiebras de los bancos. O sea, que se hará realidad más pronto que tarde la pretensión alemana de que las crisis de las entidades financieras corran a cargo de las cuentas de sus depositantes, amén de los accionistas.

Pese a todo lo dicho, el ministro de Hacienda alemán acaba de afirmar que el rescate de Chipre no es el modelo y descarta que la quita en los depósitos bancarios que superan los 100.000 euros sea aplicable en Europa. Claro que a Wolfgang Schauble le esperan unas elecciones para volver a ser ministro.