Hay un santo quintacolumnista entre las procesiones de Semana Santa. Un santo que actúa clandestinamente en favor del enemigo. Bueno, a lo mejor hay dos, pero uno por lo menos: uno que se dedica a reventar las procesiones desde dentro, a fastidiar el fervor popular, a añadir una pena a los penitentes, a hacer sufrir a los costaleros que no pueden sufrir como ellos quisieran llevando en sus costales el peso de los pasos. Es la única explicación: llueve y llueve porque hay un santo quintacolumnista entre las procesiones de Semana Santa.

Hasta hace unos años, los informativos dedicaban la mitad de su tiempo en Semana Santa a hablar de las procesiones religiosas y la otra mitad a hablar de cómo los primeros turistas inundaban las playas gracias al buen tiempo. Ahora, cuando hablan del tiempo, hablan del mal tiempo; y cuando hablan de las procesiones, también. Ocurre en los informativos y ocurre en los programas especiales de Semana Santa: se pasan toda la santa semana hablando de lluvias, borrascas y frentes nubosos. Vemos más cofrades llorando porque se suspendió la procesión, que Cristos con pelo natural; más penitentes destrozados por la lluvia, que Vírgenes de madera. Y eso que Cristos con pelo natural y Vírgenes de madera hay a montones.

Cuentan Les Luthiers, que en un pueblito de pescadores apenas pescaban nada desde que habían adoptado como patrón a san Ictícola Fiorentini. Un día, el cura aleccionó a los presentes leyéndoles su biografía:

- En 1614 fue canonizado como San Ictícola de la Mar, protector de los peces, encargado de mantenerlos alejados de las redes de los pescadores....

- ¿Se puede saber qué estamos haciendo acá? ¡Veinte años que venimos a esta roca podrida a rezarle al muñequito!

- Lo que pasa es que esta parte no la había leído nunca.

Pues eso: por ahí anda una santa Borrasca o un san Ciclón del que aún no han leído una parte de su biografía.