Lo del último incidente de Castelao con el pit bull estaba cantado. Pasó ahí como pudo haber sucedido en cualquier otra parte de la ciudad y con consecuencias todavía peores.

Lo de los perros sueltos está a la orden del día. En unos casos sus amos actúan así para que los canes se expansionen y en otros para no tener que doblar los riñones a la hora de recoger sus excrementos, pues en cuanto el bicho se pone en posición, ellos se hacen el avión, como que no es suyo, y dejando sobre la acera el recuerdo al resto de los ciudadanos.

Y eso que hay una ordenanza y todo

Hay una ordenanza que se supone en vigor y que establece que todo los perros deben ir atados y con bozal los de más de diez kilos de peso. Y un cuadro de sanciones en caso de incumplimiento.

Lo del bozal es cuestionable, pero lo de llevarlos atados es de sentido común y no parece complicado el control de su cumplimiento, pues en la mayoría de los casos, la poli local no tendría ni que apearse de sus coches, porque salta a la vista...

Calles convertidas en un escaparate

Las calles se están convirtiendo en depósito de vehículos abandonados, convenientemente marcados con fosforito para facilitar su desguace.

Y también en zona de estacionamiento reservado por relevos, para asegurarse la plaza en zonas libres de pago.

Pero lo último es la exposición de coches en venta. A mogollón, con carteles calcados aportando datos, precio y contacto y rulando por las zonas especialmente transitadas.

javiermosquera@farodevigo.es.