Mal, muy mal le deben ir las cosas a los voceiros del lobby en el sur -como en el resto, pero aún peor- porque desde su desfachatez habitual, aunque esta vez en grado superlativo, aparecen dispuestos a olvidar la conducta de todos estos años e incluso enterrar la doctrina de su patriarca. Sí, ya sabéis, aquella de "convertir a Vigo en un apeadero camino de Oporto" cuya autoría siempre niegan, pero a cuyo logro se dedicaron con empeño. No lo consiguieron, porque aquí ni pinchan ni cortan, pero sí causaron graves daños. Uyuyuy.

El caso es que el lobby, llevado por la urgente necesidad de buscar algún remedio para su caída en picado y fingir interés por males de los que es cómplice, quiere distraer la atención mediante cortinas de humo narcotizante, que haga ver lo que no existe: una intención positiva para todo lo que huela a sur. Y como algunos creen que para lograrlo nada es mejor que bajarse al moro, ya se han puesto en marcha, ahora que por el frío hay montañas nevadas, con las banderas al viento. Como los Botejara. ¿Eh?

Veréis: la muy poca gente que atiende a lo que dicen los lobbeiros o sus amigos -y parientes- se quedó onte de una pieza por su acohonante cinismo. Después de que Vigo y su área de influencia dedicasen alma y vida a defender un trazado razonable para el AVE, a combatir la discriminación en el naval, el olvido portuario, el maltrato pesquero y la mezquindad para crear suelo industrial o a clamar por el atropello de Caixanova, ahora resulta que a través de un socio intermediario, se proclaman sudistas. Cáspita.

Entre los cuatro despistados -y el tambor- a los que llega esa actitud, que no por su raquítica audiencia es menos cínica, podría surgir alguien que la creyese de buena voluntad. Pero ese error tiene un antídoto: basta con acudir a la hemeroteca y repasar los ataques, descalificaciones y campañas montadas contra los que entonces eran llamados "localistas", "victimistas", "insolidarios" o "antipatriotas". Y que, ya lo veréis, en el colmo del desmadre, serán culpados de los males que ellos mismos padecen. Es lo peor de bajarse al moro: el humo. Tóxico.