El significado del verbo "confiscar" es, según la Real Academia, "penar con privación de bienes, que son asumidos por el fisco". Bajo esta luz normativa, lo de Chipre es una confiscación de tomo y lomo. Se confisca a los depositantes bancarios entre una décima y una quinceava parte de sus depósitos. Un día los poseían y al siguiente ya no son suyos. Quien tenga todos sus ahorros en depósitos se habrá empobrecido en el porcentaje correspondiente, como si un incendio hubiera arrasado un décimo de sus propiedades o una inundación se hubiera llevado un décimo de sus tierras junto al rio. Esta es la pena que la Europa alemana impone no a los accionistas de la sobredimensionada banca chipriota, ni a los gestores que la han llevado a donde está, ni a los gobernantes que se columpiaron en la burbuja, sino a los usuarios del sistema bancario, que hoy en día es prácticamente todo el mundo, porque así funcionamos.

Es cierto que una parte substancial de los depósitos afectados pertenecen a fortunas extranjeras, especialmente rusas y griegas, atraídas por una fiscalidad favorable. Pero el modesto empleado de Nicosia no tiene ninguna culpa, y sin embargo va a pagar el pato. He aquí una nueva fórmula para imponer la famosa devaluación interna, que es la receta única de las supuestas hormigas del norte para poner en vereda a las presuntas cigarras del sur. Ya que no se plantea devaluar la moneda compartida, vamos a hacer que tengan menos euros. En España la devaluación interna es salarial, del salario directo (nómina menguante) y del indirecto (más impuestos, menos prestaciones públicas); en Chipre, simplemente, confiscan ahorros. Y con ello se atraviesa una línea roja altamente peligrosa: si el norte puede obligar al sur a quemar uno de cada diez euros en manos de la gente, ¿en qué quedan las tan cacareadas garantías para los depósitos bancarios, en nuestro caso de cien mil euros por depositante y entidad? ¿Quién nos puede asegurar que no seremos también parcialmente confiscados cuando la devaluación por vía salarial demuestre sus evidentes limitaciones? Las autoridades europeas se han pasado varios pueblos. Si querían sembrar el pánico, lo han conseguido.