La historia está plagada de hombres y mujeres que, después de una larga trayectoria de entrega y dedicación a los demás, terminaron sus vidas negados o, lo que es peor, pisoteados, por aquellos mismos a los que habían beneficiado y por los que habían entregado toda una vida de esfuerzo y sacrificio. No es nuevo. Detrás, había envidias, resentimientos, oportunismos y otras miserias humanas que, ni el paso del tiempo, los cambios de época y la evolución de la propia sociedad, han conseguido erradicar.

La iniciativa del BNG y el consiguiente papelón del PP, secundándola en el Pleno del pasado día 25, tratando ambos de justificar, a duras penas, la incalificable petición de retirada de la Medalla de la ciudad a Julio Fernández Gayoso, no deja de asombrar y repugnar a cualquier persona informada, sensata y de buena voluntad, incluso en estos tiempos en los que la política y los políticos -salvo honrosas excepciones- han alcanzado niveles de incompetencia, iniquidad y corrupción (también moral) hasta ahora desconocidos.

Pocos cuestionan que las grandes actuaciones -acertadas o desacertadas- que en La Caja (vamos a llamarla así) se han venido tomando a lo largo de muchos años, eran el resultado de decisiones pensadas y ordenadas por Gayoso. Y esta ciudad, que no es capital de provincia, que no tiene otra institución política que su Ayuntamiento, contrajo una deuda con este hombre que, por lo que se ve, algunos quieren enterrar.

Julio Gayoso supo ver desde el principio que el 45% de la cuota de mercado de La Caja, venía en gran medida determinado por la importancia, la dimensión y el impulso que se le diera a la obra social. Y la cuidó y la impulsó, hasta límites inimaginables.

Cuando Vigo clamaba por tener universidad, el CUVI -posteriormente Universidad de Vigo- fue un empeño personal de Gayoso. Adquirió los terrenos, construyó los edificios y pagó durante ocho largos años los sueldos, mes a mes, de cuatrocientos profesores y empleados. Así, hasta que el Ministerio se hizo cargo de la misma.

La Escuela de Negocios, pionera en su género y considerada como la mejor de las que poseían las Cajas de Ahorro en España, ha formado a lo largo de sus veinticinco años a casi 30.000 directivos para las empresas viguesas, gallegas y españolas. La mitad de los técnicos que salieron del Colegio Hogar, entidad que Gayoso se empeñó en modernizar, equipar e impulsar, se incorporaron como cuadros intermedios a las empresas viguesas. Principalmente a Citroën. El colegio Hogar, siempre ha generado pleno empleo entre sus alumnos.

La actividad cultural desarrollada en Galicia, pero principalmente en Vigo, por La Caja, hubiera sido impensable sin ella. No solo en lo que se refiere a la creación de destacados centros culturales, señeros en muchos casos, como el García Barbón, sino también en cuanto a la gestión cultural sostenida, que financió y gestionó directamente la entidad. Gracias a ello, tuvimos el privilegio de disfrutar de conciertos, operas, teatro, etc. impensable sin la obstinación de Julio Gayoso.

Por otra parte, La Caja se implicó de modo determinante en la actividad empresarial e industrial de Galicia y de Vigo. No solo creando la única gran empresa gallega de telecomunicaciones: RCable, en la que Gayoso se implicó directamente, con otro gran gallego, Honorato López Isla, -mientras otros, inicialmente comprometidos- en el último momento hicieron "mutis por el foro", sino que también puso en marcha, en una de las comunidades más envejecidas de España, la empresa Geriatros, con la apertura de 15 residencias para mayores.

Autopistas del Atlántico nace con Caixavigo, entidad que fue la primera en participar, sin cobrar dividendos, en una sociedad entonces en pérdidas, pero que vertebraría la Galicia atlántica. Adolfo Domínguez, salió a bolsa de la mano de Caixanova. Y así, un sinfín de iniciativas empresariales más, que siempre encontraron en Julio Gayoso un protector y un amigo. Probablemente el Club Financiero, sin su apoyo, tampoco hubiera existido.

Seguramente, estos "patriotas", ignoran que la flota gallega sigue viva, en gran medida, porque no solamente la Caja de Gayoso financió el 60% de sus barcos, sino porque en los momentos de fuertes crisis -como cuando Namibia cerró sus caladeros- La Caja aguantó el tirón sin cobrar un euro, para mantener el empleo y la supervivencia de las empresas pesqueras. El actual presidente de la Cooperativa de Armadores, afirmaba hace poco que "no se entiende la flota pesquera gallega, sin Caixanova".

El primer Tax Lease para la construcción naval, lo puso en marcha Caixanova, con mucha más amplitud que el que pretenden recuperar ahora, y contribuyó de modo determinante a impulsar la construcción naval.

El controvertido tema de las preferentes, inicialmente considerado por todos los bancos -no solo las cajas- un buen producto por su alta rentabilidad, que entonces permitía que circulara con cierta fluidez entre ahorradores e inversores, se vino abajo a raíz de la fusión, al pasar las cajas a ser nacionalizadas a través del FROB. Entonces, Julio Gayoso, el Alcalde de Vigo, instituciones, entidades, y la ciudad entera, nos opusimos a esa fusión.

Gayoso no se fue con ninguna indemnización millonaria. Vive de su pensión de 60 años de cotización y sorprendentemente -por el momento- deberá responder como avalista de un directivo que no estaba bajo su jurisdicción y al que apenas conocía.

Pero lo más doloroso de esta situación, no son las posturas mantenidas y defendidas, con dificultad, por estos políticos locales, promotores de la retirada de la Medalla. A fin de cuentas, valen lo que valen. Lo más doloroso son los silencios de algunos personajes, que no solo se beneficiaron hasta la saciedad de "la amistad" que presumían tener con Julio Gayoso, sino que se arremolinaban a su alrededor en cualquier evento, para que Gayoso los viera, hacerse notar y darle una palmadita en el hombro. El mismo entusiasmo que pusieron ahora reclamando la retirada de la Medalla, o en mantener sus vergonzosos silencios, lo pusieron entonces para que Gayoso colocara a sus hijos, o a ellos en los Consejos. De momento, no se les ha oído, y creo que no se les oirá. Son aplaudidores natos. Para eso, hace falta valentía, independencia y nobleza.

Seguramente sea verdad aquello de que toda buena acción tiene su justo castigo. Pero no pasará mucho tiempo para que, incluso los que lo han denigrado, reconozcan su error. A fin de cuentas, a Gayoso no le hace falta Medalla. Bastará con que se pasee por la ciudad y disfrute contemplando el fruto de su trabajo durante tantos años. Como alguien dijo: cuando los dictadores mueren, los valientes hacen cola. Pues aquí, igual. Sanctissimum est meminisse cui te debeas.

*Director del Circulo de Empresarios de Galicia-CFV