Llevó 22 años en esta profesión y me llena de orgullo serlo y, por supuesto, decirlo. Cuando empecé, ya me incorporé al Turno de Oficio. Y uno de mis primeros casos fue defender a una persona acusada de un atraco a mano armada. La verdad es que me asusté, pero decididamente me puse a preparar su defensa. ¿Qué bonito! Todo lo que había aprendido en la Facultad y aquello que vi de otros compañeros del Turno de Oficio que defendían asuntos similares o más graves, me animó a pensar que aquello era apasionante. En aquel momento no existía la Ley de Asistencia Jurídica Gratuita, pero los Abogados, aun sin saber a qué atenernos económicamente, defendíamos con pasión y con toda la vocación del mundo los asuntos que en suerte nos asignaban.

Fuimos los abogados, la abogacía institucional y los abogados de a pie los que exigíamos una regulación legal, unas reglas de juego escritas y claras para que el ciudadano tuviera sus derechos reconocidos y el abogado obtuviese el reconocimiento legal de la digna labor que desempeñaba. Por aquel entonces, nadie se cuestionaba el coste económico del servicio público, Nuestra recién estrenada democracia no admitía escatimar recursos para la defensa de los derechos de los ciudadanos.

En el momento actual, y desde un tiempo a esta parte, quienes nos gobiernan, de todos los grupos y tendencias, afrontan la cuestión de la justicia y de la defensa de los derechos de los ciudadanos en términos exclusivamente económicos. Lo que deben gastar choca abiertamente con sus preferencias políticas, con aquellas cosas que se ven más a corto plazo, con aquello que produce rentabilidad en términos políticos, más votos y más probabilidades de perpetuarse en el gobierno.

Es una lástima que la clase política actual, de todos los signos y todas las tendencias -salvo contadas excepciones- se entregue a una visión a corto plazo en todos los aspectos de la vida, demostrando sistemáticamente su alejamiento de la realidad, con total ausencia de humildad, con escasa entrega y poca vocación de servicio, con nula visión de futuro. Se persigue solamente el éxito político, el resultado inmediato, la rentabilidad electoral, la permanencia política, en definitiva.

Después de todos estos años, los abogados de Oficio seguimos en la misma línea vocacional y pasional en la defensa de los derechos de sus defendidos, los ciudadanos que nos necesitan. Gracias a todos los abogados de Oficio que han luchado por la defensa de los derechos de los ciudadanos, existe el sistema de Justicia Gratuita actual. Por ello nos resulta especialmente molesto y ofensivo que nos pongan constantemente al pie de los caballos, que nos acusen de peseteros, de buscar solo nuestro beneficio. Pero la verdad es que, pese a ataques furibundos, pese a la permanente amenaza de privatizar el servicio público, los abogados de Oficio seguimos siendo rentables para el poder público: prestamos un servicio de calidad a un precio irrisorio y, desde luego, muy por debajo de su coste real, con tiempos de respuesta realmente insuperables, de guardia las 24 horas del día los 365 días del año, sin cobrar nada por estar permanentemente localizados y a disposición policial y judicial, realizando gastos que nunca recuperaremos, desplazamientos a nuestra costa, cerrando nuestro despacho el tiempo que haga falta para atender ese servicio, etc. Este es su abogado de oficio, de oficio abogado.

¿Saben ustedes?, yo el año pasado tuve unos ingresos por el Turno de Oficio de 682,96 euros anuales, y el año 2011 de 326,89 euros anuales, y el 2010 de 315,22 euros anuales, o en 2009 de 1.008,90 euros anuales. ¿Verdad que con eso no mantiene nadie abierto un negocio? No nos mueve, pues, el interés económico. Fue la abogacía la que clamó por una regulación legal garantista del derecho de os ciudadanos y reguladora de la actuación de los abogados y su derecho, como no podía ser de otra manera, a una retribución digan, retribución que hoy hasta resulta ridícula.

¿Qué clase política tenemos que discute el gasto en asistencia a detenidos y personas sin capacidad económica y, sin embargo, no repara en gastar millones de euros más en la tercera campaña para traer unos Juegos Olímpicos, o en construir aeropuertos que nadie utiliza, o en mantener abiertos y ampliar aeropuertos que no hacen más que perder millones de euros todos los años? Solo apunto algunos de los ejemplos más llamativos, ni siquiera les voy a invitar a que comprueben lo que perciben los políticos en sueldos, dietas e indemnizaciones por trabajar dos o tres días a la semana en muchos casos, y con plena compatibilidad laboral. Y esto no es demagogia, sino una fotografía de la realidad. ¿Qué Estado tenemos que no garantiza un plato de comida y una vida digna a las personas que no tienen nada? Si no fuera por organizaciones como Cáritas, o por las Bancos de alimentos, o por la caridad de miles de personas y voluntarios que donan su vida y sus bienes, iban aviados.

Los abogados de Oficio no nos enriquecemos con esto, el gasto en Justicia y en Turno de Oficio no lo producimos nosotros, sino las personas que necesitan que defendamos sus derechos, los derechos que el propio Estado garantiza en su Constitución.

Los abogados de Oficio solo queremos que se garantice que el Estado pagará nuestra intervención siempre y en todo caso, que para eso se garantiza legalmente y se presta de manera inmediata, urgente y necesaria. Luego, si el beneficiario del servicio tiene medios económicos o no presenta la documentación requerida, que la Administración se lo reclame, que para eso tiene toda una maquinaria privilegiada para recaudarlo por vía ejecutiva. ¡Que no maten más al mensajero! No se trata de que queremos ganar, sino, simplemente, de que no queremos perder, no queremos ser utilizados.

* Abogado pontevedrés.