Maldito mundo moderno. No sólo tienes que ser un tipo extremadamente ingenioso y estar todo el día produciendo ideas imaginativas, sino que ahora además tienes que darte mucha prisa para hacerlo antes que los demás. Yo tenía ya medio escrita con muy mala intención una columna sobre el cónclave, comparándolo con Gran hermano. Que si sólo puede quedar uno. Que si veamos imágenes de la convivencia dentro de la residencia de Santa Marta. Tenía un símil muy ácido entre el confesionario de GH y la Capilla Sixtina, y una entrevista marciana entre Mercedes Milá y Joseph Ratzinger, ganador del anterior Gran Pontífice. Envía PAPA SCOLA al 6534. Envía PAPA SCHERER al 6535. Y va Wyoming y lo hace en El intermedio. Tuve que lanzarme a trabajar rápidamente en otra idea en la que se instalaba una gran piscina en medio de los frescos de Miguel Ángel y se ponía a saltar desde trampolines de diversas alturas a los purpurados. Que si el cardenal Ouellet saltará desde el trampolín de dos metros y medio. Que si Tagle, arzobispo de las islas Filipinas, se atrevería con el trampolín de diez metros, añadiendo así una nueva rareza a su prodigiosa habilidad para abrir latas de sardinas. Y ayer va Buenafuente y publica en su twitter un mensaje proponiendo que los papables se tiren desde unos trampolines.

Así que ya no me queda más remedio que ponerlos a cantar. A comienzos del siglo XXI uno sólo vale en la medida en que demuestra ser un anormal conviviendo, se atreve a tirarse desde trampolines altos o no tiene reparos en aparecer cantando en talent shows. Dudo entre Tú sí que vales (para Papa), con Scola y Ouellet haciendo urban xtreme dancing ante la mirada de Risto y Paquirrín, y La voz (de Dios), con los cardenales hablando a una supuesta multitud congregada en la plaza de San Pedro mientras Bisbal y Rosario escuchan de espaldas a punto de apretar un botón y girar su silla. Aunque seguro que ambas posibilidades ya las propuso ayer Berto en tu twitter o Flo y Anna en Así nos va.