Cáspita. Según Anacleto, las cosas en el Pesoedegá están aún peor de lo que parecen: resulta que ahí hay gente que cree en los pajaritos preñados. Y por eso pretende solicitar, por escrito, que Pachi deje de una vez su táctica -ya sabéis; aburrir hasta al santo Job, cuya reencarnación ven algunos en O Innombrable, el primer presidente rojo que hubo aquí- y declare en público que renuncia al mundo, a sus pompas y a sus obras, y que se vuelve a O Carballiño. En un sentido figurado, naturalmente. Uyuyuy...

(No, no, no es una boutade del agente secreto. Sabed que, al borde de la desesperación como están varios poncios soeciatas de aquí y de allá, a los que la idea de que Pachi pueda seguir les produce urticaria, se ha llegado a imaginar como solución transitoria y de emergencia, la designación de una especie de primus inter pares -que podría ser FGL- hasta que se sepa si Rubalbaba llega al verano y, si sí, si convoca o no primarias estatales para diciembre y luego, en cascada, el resto. Uf.)

Mientras, y en esa Casa, crece el número de hostiles hacia las posiciones lucenses -entendeis, ¿verdad?- a las que acusan, uno) de haber facilitado la victoria de Pachi en el congreso anterior creyendo que era un mal menor al que representaba el abelismo, por ejemplo; dos) a la vez, centrarlo casi todo en el futuro político de don José -Blanco, ofcourse- que cada vez está más negro y, tres) pretender ahora sacar a Besteiro, en procesión, de la urna diputacional en que vive. ¿Capisci?

Al tiempo, en los otros campamentos de la orilla izquierda, algo ha empezado a moverse. Verbigratia, y según avecilla, al nuevo pontífice del Benegá -que ya nota en el cogote el aliento de su sacristán- le han llegado algunas felicitaciones -desde el resto de las tribus-, varias de ellas con ruego de discreción. Otras se van a filtrar por los remitentes, muy interesados en que se sepa que aún queda gente con vida en sus tiendas de campaña, aunque necesitan mantas cuanto antes para cobijarse del frío que se avecina. ¿Oído?