Interior día. Máquina de café de empresa del sector audiovisual. Dos responsables de 13 TV revuelven con un palito de plástico sendos cafés humeantes. Se sienten satisfechos. Han conseguido que su cadena fiche a Antonio Jiménez, arrebatando a Intereconomía su figura más conocida. "Le hemos metido un buen gol a Ariza". "Mantendrán ellos El gato al agua, ¿no?". "Seguro". "Sí, pondrán a Horcajo o a cualquier otro de moderador". "¿Y nosotros? ¿Qué hacemos con Jiménez?". "Hombre, la idea es competir contra El gato al agua". "No sé..., ponerle al frente de una tertulia política diaria por las noches". "Sí..., yo opino igual... ¿Cómo podríamos llamarla?". Silencio. "¿Tiempo de diálogo? ¿La persiana?". "No me gustan... ¿En el principio era el verbo?". "Espera... espera... ya lo tengo... ¡El cascabel al gato!". Los dos directivos de 13 TV quedan completamente en silencio durante unos segundos. Se miran fijamente con rostros inexpresivos. Y de pronto estallan al unísono en una carcajada ruidosa que hace que todos los demás presentes en la sala de la máquina del café se vuelvan para mirarlos. Continúan retorciéndose de la risa, tanto que a uno de ellos se le saltan las lágrimas y el otro derrama parte del vaso en el suelo. "No tendremos huevos para hacer algo así, ¿verdad?". "¿Que no? Ya lo vas a ver", dicen cuando han recuperado lo suficiente el resuello como para poder hablar.

Decía Mario Benedetti que todos los hombres alegres son iguales, pero que no hay dos hombres tristes que se parezcan. Pues, con las tertulias políticas de derechas pasa como con los hombres alegres de Benedetti. El calco siamés que El cascabel al gato supone respecto de El gato al agua es tan brutal que algunas parodias de El gato al agua hechas por Polonia -el programa satírico de TV3- se parecen a El gato al agua menos que El cascabel al gato. No sabemos si las tertulias políticas de izquierdas son todas diferentes, como los hombres tristes de Benedetti. Tendría que haber al menos dos para poder compararlas.