La vida de una monarquía se desarrolla en una obra de teatro del género histórico y hay que juzgarla siempre dentro de ese género. Como teatro realista, una monarquía no tiene interés. La suerte de una monarquía se juega, en el fondo, en el gusto que la obra proporcione al público, y en el teatro lo primero que hay que cuidar es el libreto. El escenario principal son las revistas en papel cuché. Un escándalo del corazón no siempre es nocivo para una monarquía, a condición de que los protagonistas, y la propia trama, gusten al respetable. En ese sentido, el personaje de la princesa Corinna lo tenía todo para mantener el interés, aunque la cosa tirase algo a culebrón. Ahora bien, todo escritor que quiere conservar un público sabe lo peligroso que es mezclar los géneros. Aunque el del corazón a veces ha combinado bien con el de espías, el giro en el libreto supone un riesgo alto.