En México hablan de "echarle encima a uno el Estado" cuando todo el aparato del poder se pone en marcha para acabar con quien por alguna razón se le ha enfrentado. Son cosas que ocurren en países con un Estado omnipresente, pero en los que no se han generado los mecanismos y la cultura de defensa del individuo correlativos. Una vez un empresario de allí me preguntó si en España ocurrían esas cosas, y le dije que no. Se trata de una práctica nefanda, pues la ley debe ser aplicada con carácter general, echando los focos sobre todo el mundo, y no sobre aquel que, con razón o sin ella, se enfrenta al poder. La existencia o no de esa práctica podría ser incluso uno de los medidores de calidad de una democracia. Cuando el ministro Montoro desliza sutiles amenazas fiscales frente a quien se opone al Gobierno tal vez no sepa hasta qué punto está poniendo en riesgo las reglas de juego democráticas.