"Existen argumentos racionales que dicen que ese matrimonio (homosexual) no debe tener la misma protección por parte de los poderes públicos que el matrimonio natural. La pervivencia de la especie, por ejemplo, no estaría garantizada". Eso dijo el ministro Jorge Fernández-Díaz. Puesto que sitúa el tema en el campo de los argumentos racionales y no de los confesionales (donde la discusión sería más difícil), vamos a razonar.

La pervivencia de la especie humana está en el origen de leyes y normas desde antiguo. El libro del Génesis narra el caso de Onan quien, habiendo desposado a la viuda de su hermano, "vertía en tierra" para no embarazarla, por lo que Dios "le quitó la vida". La procreación intensiva era entonces un deber social. La enorme mortalidad infantil, y la breve esperanza de vida para los supervivientes, harían desaparecer a cualquier nación que redujera el número de nacimientos.

Pero estamos en el siglo XXI, y hace ya mucho que las leyes y las normas morales aceptan el control de natalidad. La ciencia, además, contribuye a llevarla a cabo con un margen de error muy escaso. Aunque el apareamiento heterosexual sigue siendo la principal fuente de embarazos, otras formas de inseminación son utilizadas cada vez con mayor frecuencia. Entre quienes recurren a ellas se encuentran parejas homosexuales femeninas, una de cuyos miembros queda embarazada y da a luz. Con o sin papeles de matrimonio. En cuanto a las masculinas, la adopción es la vía preferida por muchas. Por otra parte, que una pareja sea heterosexual no garantiza en absoluto que vaya a tener descendencia.

Pero, además, cabe hacerse la siguiente pregunta: ¿De qué forma van a estar las parejas homosexuales más predispuestas a engendrar, en un caso, o a adoptar, en el otro: si se les permite equiparar su relación a la de las uniones heterosexuales, o si tal opción les está vetada? Sin duda, la posibilidad de dar toda la cobertura legal a sus posibles retoños pesará en su decisión.

Por el contrario, los hombres y mujeres homosexuales no van a formar parejas heterosexuales, ni van a tener hijos en ellas, solo porque sea el único tipo de matrimonio permitido. Van a seguir juntándose para convivir, como han hecho durante tanto tiempo, con o sin regulación administrativa.

De todo ello se deduce que la existencia del matrimonio homosexual es más provechosa que su negación para "la pervivencia de la especie". Al margen de respetables creencias confesionales.