Desde hace muchos años, la ciencia de la psicología se venía ocupando de estudiar los trastornos mentales, las disfunciones y otras alteraciones que afectan a las personas, con el objetivo de paliar y aliviar esos sufrimientos. Recientemente, los psicólogos Seligman y Peterson, de la rama de la Psicología Positiva decidieron investigar también en las fortalezas humanas, señalando que las personas tienen un gran potencial y hay que conocerlo, desarrollarlo y cultivarlo. Entre estas fortalezas, destaca la del conocimiento y la sabiduría, entendida como la necesidad que tiene la gente de explorar, descubrir, conocer el entorno y a las personas. Satisfacer su fuerza y necesidad de aprendizaje para organizarse en el mundo y la sociedad. Amor a la evolución, al crecimiento y al saber. Necesidad de cultivar una mentalidad abierta a tantos conocimientos de vanguardia, la evolución del universo y de la sociedad, y con todo ello cultivar su propio pensamiento ajeno a esquemas del pasado. Esta fortaleza o potencial humano, como más guste, está en relación con el desarrollo y cultivo de una perspectiva más amplia, originalidad, y creatividad y a su vez todo ello dirigido a generar una actitud de solución de problemas, consecución de metas y alcanzar una excelencia el lo que se refiere a una inteligencia práctica, para dominar el medio en el que se vive. Y así mismo cultivar unas relaciones gratificantes y un entorno saludable. El que decide cultivar y potenciar sus fortalezas, siempre avanza, y el conocimiento y la sabiduría es fundamental. Otra fortaleza, el coraje, es una fuerza, una energía, un potencial y habilidad dirigido hacia el logro. El coraje es la certeza, la decisión, la elección, las preferencias de canalizar todo un conjunto de acciones hacia objetivos. Nada detiene, la visión es clara, la amplitud de la visión se va desplegando por el camino, cada vez más datos, más vías de acción se van presentando ante tus ojos. Cada día con los nuevos logros se te inyectará más pasión, ante las dificultades se crecerá y con la persistencia se superarán y se avanzará. Cada nuevo despertar fluirá de nuevo la luz, la consciencia de la energía y el abordaje de lo que se desea para la jornada. Mirando hacia atrás se divisará el desplazamiento desde el inicio hasta el presente punto del proceso. Ahí también está una energía que se suma, ser conscientes de los avances, desde el punto uno hasta el actual y con ello también se actualiza y diseñan las nuevas y futuras intervenciones. Otra importante fortaleza, es el sentimiento de humanidad, el querer a los otros, el sentir empatía, la satisfacción por ayudar, sentirse uno partícipe de las gentes y el universo de las personas. Tener el sentimiento de amar y ser amado, necesidad de ser amable, de contribuir, de ser generoso. Capacidad para la simpatía, el acercamiento, el entablar conversación, relaciones personales, laborales, sociales, en función del momento. En conjunto el potencial de humanidad de cada persona, sus aptitudes y actitudes están también relacionadas con la inteligencia emocional, la inteligencia intrapersonal e interpersonal. Esta fortaleza contribuye en las personas que la poseen y la cultivan, a que no se sientan solas, tienen consciencia de que forman parte de la vida en conjunto con otros, el entramado social. Sintiendo que sus energías y trabajo son una entrega que participa y contribuye a la evolución de la sociedad, por el conjunto del bien de todos. Precisamente cuando las personas están trabajando por conseguir sus propias metas, y las relacionan con el resto de la gente, les da una especial fuerza y energía el sentirse conectados con los demás y es como si su energía se multiplicara. Al sentirse una parte del todo parece que disfrutan de la energía del todo y su potencial se multiplica. Las fortalezas humanas son así, cuanto más se aplican más energía y potencial fluye.