Lejos de mi intención, a estas alturas, meterme en teologías, pero parece claro que la decisión del Papa de no despojarse más que lo justo de su condición (sigue de blanco, con anillo, el mismo nombre papal y siendo Santidad) ha de responder a la idea de que el papado, aunque sólo sea en cierto modo, "imprime carácter". Desde Trento los sacramentos que imprimen carácter son tres: bautismo, confirmación y orden sacerdotal. No puede uno repetirlos, ni despojarse de ellos, están impresos en su ser, como una marca divina. El papado no imprime carácter, pero es un grado tan sublime del sacerdocio que deja huella indeleble, y no puede borrarse. Tiene todo el sentido lógico, para el que crea en el invento (de invenire, encontrar), y la lógica siempre tranquiliza. Queda el vidrioso asunto de la infalibilidad, pero como ya no podrá hablar "ex cathedra" el don se quedará yacente y sin potencia.