La Universidad española actual es una maquinaria burocrática que está siendo diseñada para cumplir con una serie de objetivos, entre los cuales hay uno prioritario: disimular el fracaso de la sociedad que la ha hecho posible y que actualmente todavía la sostiene.

Por lo que se refiere a las Letras, la Universidad actual es, en España y en todo el mundo, y sin apenas excepción visible, un sofisticado simulacro de conocimientos sostenido por un inmenso aparato burocrático e ideológico, en cuya cúspide, académica y administrativa, suelen estar los mayores mediocres.

Las agencias autodenominadas de acreditación y de evaluación sirven con rigor al cumplimiento de estos y otros sofisticados objetivos, con la complicidad de todas aquellas personas que, directa o indirectamente, consciente o inconscientemente, de buena o mala voluntad, con ella colaboran.

A quienes conocemos esta realidad no nos ha sorprendido en absoluto el informe de la Comisión de Expertos para la Reforma del Sistema Universitario Español, informe que desacredita a la ANECA hasta proponer su inhabilitación inmediata y su paulatina disolución.

El principal enemigo de la investigación académica y científica es la burocracia universitaria y sus aliados: la endogamia y la prevaricación.

Los burócratas son mayoría absoluta. Como lo son también los hijos de la endogamia. En cuanto a los prevaricadores, cada uno sabe quién es y lo que ha hecho. Como lo sabemos los demás, hasta que proceda decirlo allí donde corresponde: en los Tribunales de Justicia. Es difícil demostrar una prevaricación en el ámbito académico, pero no es imposible. Normalmente no se llega a los extremos de la demanda judicial porque basta esperar que los miembros de una comisión cambien para que, con los mismos criterios, el resultado de la solicitud -con frecuencia también la misma- sea positivo.

Fundamentalmente por esta razón la Justicia no suele ser solicitada por la mayor parte de los miembros de la comunidad académica, que esperan un cambio interno en la dirección del viento para conseguir sus propósitos y éxitos burocráticos. No obstante, en nuestros días, dada la cantidad de actividades y actos burocráticos que genera la vida académica es estadísticamente imposible que no llegue a los tribunales más de una demanda por presunta prevaricación, sobre todo en el proceso de selección del profesorado llevado a cabo por la cuestionadísima ANECA.

Al tipo medio de profesor universitario le encanta la burocracia: es su elemento natural. Actualmente la burocracia está muy por encima de la ciencia en todos los órdenes académicos. Es falso que el profesor universitario común deteste la burocracia: todo lo contrario, es su arma preferida y de referencia. Es la forma más natural de suplir deficiencias y limitaciones científicas. Es el mejor recurso para superar a quienes de veras desarrollan y tratan de llevar a cabo una investigación científica de referencia.

El éxito de la burocracia universitaria contemporánea no habría sido posible sin la absoluta colaboración, complicidad y entrega de la mayoría de los profesores universitarios, que han visto en el crecimiento de las labores de administración y gestión una fuente de ingresos y de actividad mucho más valiosa y útil, para sus intereses personales, que la dedicación a la investigación científica. El principal aliado de la burocracia académica es el profesorado mediocre. Y no nos engañemos: es mayoría absoluta. Si esto no fuera cierto, el informe de la Comisión de Expertos para la Reforma del Sistema Universitario Español no diría lo que dice y no exigiría lo que en su texto exige.

A la luz de este informe, la ANECA ha demostrado lo necesarios que son los recursos técnicos de la burocracia universitaria española contemporánea para salvaguardar trayectorias curriculares completamente vacías de contenido científico, a las que sin embargo hay que acreditar en nombre de un sistema académico en realidad absurdo, arbitrario y estéril, pero, sobre todo, infiel a la realidad de la Ciencia y falsario del conocimiento crítico. Personalmente, no sé para qué sirve una Universidad así.

* Profesor de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Vigo