En el debate a tres del pasado miércoles (8tv) Artur Mas esgrimió que en Europa no hay precedentes como el que planteará Cataluña si bien podría darse también en Flandes o incluso en Euskadi. Mas argumentó que cuando Alemania se reunificó, la República Democrática no era miembro de la UEE pero oportunamente se tomaron medidas para que se incorporara. Centrándose en la eventual salida de Flandes de Bélgica, Mas considera que de producirse sería impensable que quedara fuera de la UE, por ser en binomio con Valonia estado cofundador, y se buscaría un modus operandi parecido al alemán que sería aplicable asimismo a Cataluña. La restricción mental que Mas guardó para su coleto es que, en la práctica, la República Federal absorbió a la Democrática y que esa sería quizás la solución exigible a Flandes con los matices propios a cada situación: un estado asociado o confederado con Holanda toda vez que a Europa no le interesa un microcosmos de estados ¿Con qué estado podría asociarse/confederarse Cataluña para permanecer en la UE si saliera de España?

Francia es una nación admirable, nutrida de singular y milenaria Historia, segura de sí, capaz aún de ejercer influencia nada despreciable en la dinámica del mundo utilizando la palanca del rango dominante que mantiene en Europa continental. Su baza maestra ha consistido en cederle a Alemania la inevitable primacía económica reservándose las decisiones militares y diplomáticas más importantes de la UE (los casos libio y yugoeslavo, aprovechando la voracidad germánica en Croacia, fueron flagrantes) gracias al monopolio definitivo de la disuasión de los vectores nucleares, respecto a Alemania, que, cuando se poseen, igualan a grandes con pequeños. En el pasado siglo, Francia empujó sus fronteras históricas mientras Alemania las contraía pero la reunificación alteró la correlación de fuerzas demográficas y económicas. Para reequilibrarlas a su favor, Francia -Grandeur obliga- cuenta a medio/largo plazo con Valonia, por la escisión de Bélgica, y Cataluña, por la de España. No digo que Francia estimule la secesión pero, de producirse, la mejor opción para Cataluña es ser un estado confederado/asociado con Francia. Mejor cola de león que cabeza de ratón, deben pensar.

En su artículo "El protectorado francés" (La Vanguardia, 25-10-2009) el nacionalista Enric Juliana escribió "Habrá que tomarse verdaderamente en serio la cuestión del independentismo el día que surja en Catalunya un partido pro-francés. Esa sería la verdadera señal, puesto que con la independencia Catalunya se convertiría de inmediato en un protectorado francés". El articulista subraya, a renglón seguido, que en realidad no es necesario esperar a la independencia "En la actual fase autonomista, Catalunya ya va camino de convertirse en un protectorado de Francia, lo cual constituye seguramente uno de los destinos naturales de esta pequeña nación mediterránea que con tanto tesón se resiste a una plena asimilación española." Acierta de lleno Juliana con el provocador diagnóstico -precedido en más de diez años por el mío en FARO DE VIGO- que le inspiró seguramente la entrada de Cataluña en la Francofonía. Probablemente el lector lo ignora pero el Parlament de Catalunya se integró en la Organización Internacional de la Francofonía como miembro observador permanente. La incorporación se materializó en el marco de la XXXIV sesión de la Asamblea Parlamentaria de la Francofonía (julio 2008, Quebec). A pesar del maltrato que Francia dispensa al catalán al haber firmado en 1999 la Carta Europea de las Lenguas Regionales o Minoritarias pero sin proceder a la ratificación, por lo cual no es de aplicación en su territorio.

Por su cuenta, Cataluña tendría que encarar costes fijos y de ajuste de enorme relevancia que no harían viable la independencia o resultaría muy gravosa en el medio plazo. Con esos costes ya cuentan los estrategas de la secesión, no son tan lerdos como para ignorarlos, pero los tienen más que amortizados si Francia da su acuerdo. Si se consuma la separación de España, Cataluña será un Estado asociado a Francia, cobijado bajo todas sus instituciones, desde la militar a la diplomática pasando por la monetaria, y sin pagar un céntimo. Al menos durante los primeros veinte años. Si Alemania asumió el coste de la reunificación Francia asumirá la reintegración carolingia. A ver quién le tose.

La política de pasos contados para entregarse al país vecino fue diseñada por Pujol. El presidente de la Generalitat, al ser recibido con honores de primer ministro (10 enero 1997) por el de la República Francesa se sometió en vasallaje pidiéndole el trasvase del agua del Ródano a Cataluña y renunciando a cualquier solución estrictamente española -agua del Ebro- o incluso catalana, Noguera Pallaresa, a pesar de que el Ródano recibe los residuos de seis centrales nucleares. Como acto de vasallaje, no está mal. Y como muestra de amor a Cataluña, mejor aun. Un año después, en el verano de 1998, en aras de confirmar la dependencia de Francia y sustraerse a la simbiosis con España, mientras el fuego asolaba Cataluña el Govern pidió la ayuda gala por tierra, mar y aire al tiempo que los Mossos impedían la entrada de los bomberos de Aragón.

Con estos datos en mano, se entiende mejor que Mariano Rajoy haya sido incapaz de sacarle a François Hollande una declaración de solidaridad para con España aclarando firmemente que Francia nunca aceptaría la presencia de un Estado catalán en Europa. Que en el programa del independentismo hispano-catalán figure "la liberación" a término de la Catalogne francesa es pura retórica añadida para que los ingenuos entren al trapo y se cieguen en la creencia de que Francia se opondrá prudentemente a la independencia de Cataluña por miedo a que, antes o después, se produzca la reunificación catalana. Al que lo intente le huele la cabeza a pólvora. También hubo ingenuos que decían que a Francia no le interesaba la pervivencia de ETA porque un Estado vasco podría contagiar el instinto independentista al País Vasco francés. Si no le hubiera interesado, hace treinta años que Francia habría acabado con el santuario etarra.