No, no tardarán mucho los del Pepedegá en ponerse con la cosa de su congreso. En el que no se esperan sorpresas notables, como es natural, aunque quizá se puedan aportar ya algunas pistas para la siguiente gran cita que, si bien a dos años vista, será la municipal. Y hay varias incógnitas pendientes que convendría resolver con perspectiva; por ejemplo la de Vigo, sobre la que Anacleto oyó que Chema recupera posiciones desde que el montepío admite ya eso de que lo mejor es enemigo de lo bueno. Oído.

Se debate también, en familia, la posibilidad de que el Imán Al-Fonso ascienda a emir. O sea, que pase -en la Xunta- de conselleiro a vicepresidente -o comparta títulos- aunque eso podría significar su salida como secretario general del partido. Porque compatibilizarlo todo equivaldría de facto a su designación como delfín albertino y, de paso, reactivar los rumores de que O Noso Presidente tendría las maletas medio hechas para acudir a la llamada de Moncloa. O Génova. Jó.

(Conste que, al decir del agente secreto, la salida del Imán como secetario xeral do Pepé no sería una mala fórmula para templar algunas gaitas internas. Es un secreto a voces que hay provincias en las que su efigie no se saca en procesión, y que por tanto dedicarlo a la política de altura, dejando la de bajura para otros -hay quien ve a una mujer como number two del Pepedegá- podría resultar útil al mando. Y se mira mucho hacia arriba, lo que podría suponer un indicio. Uyuyuy.)

Como habrá tiempo de sobra para hablar de esto -al igual que del otro congreso, el del Pesoedegá, donde como ya susdijo avecilla el que quiera quitarle el sillón a Pachi tendrá que llamar a los cascos azules- hoy habréis de conformaros con un soplo del pájaro: cuidado con los idus de febrero, que pueden congelar la carrera de algún poncio supramunicipal pepero. Sobre todo allí donde no sólo no se sube sino que se baja o, como mucho, se quedan como hasta ahora, porque eso ya no es consuelo, sino motivo de reflexión. ¿Capisci?