Colubi es Harpo. O Chico. O Groucho. Coronas es Groucho. O Harpo. O Chico. Cansado es Chico. O Groucho. O Harpo. En la primera mitad de su carrera los Hermanos Marx realizaban giras teatrales en donde probaban los números cómicos de las películas en las que estaban trabajando. Comprobando la reacción del público retocaban los diálogos, eliminaban escenas previstas, aceleraban o ralentizaban el ritmo de algunos de sus enredos. Los espectadores creían estar viendo un espectáculo con entidad propia, pero no eran más que betatesters de los futuros filmes marxistas. Betatesters avant la lettre, pero betatesters al fin y al cabo. Harpo ha aprendido a hablar. Chico ha perdido el acento italiano. Groucho ha sustituido los puros por los gintonics. Pero siguen haciendo giras por los teatros con una función que se llama Ilustres Ignorantes World Tour. Los espectadores que acudimos en peregrinaje a cualquier bolo del IIWT que se celebra a menos de doscientos kilómetros de nuestra ciudad creemos estar viendo un espectáculo con entidad propia, pero acaba de descubrirse que no hemos sido más que betatesters de uno de los mejores libros de humor publicados en nuestro país ever. Betatesters après la lettre, pero betatesters al fin y al cabo.

Porque la reciente edición del libro Ilustres Ignorantes demuestra cuál era la verdadera finalidad de las actuaciones que Pepe Colubi, Javier Coronas, Javier Cansado y el resto de freaks de su circo ambulante llevan cuatro años realizando primero en los platós de Canal+ y después en los teatros más excelsos y garitos más cucaracheros de la provincia alemana de España. Todo formaba parte de un alevoso plan para probar sobre nosotros la eficacia de centenares de horas de diálogos enloquecidos que permitieran destilar un concentrado de 250 páginas de altísima graduación ("dicen que el semen tiene muchas vitaminas, pero yo no me lo trago"). Fuimos betatesters. Betatesters ad libitum, ma non troppo y prêt à porter, pero betatesters al fin y al cabo.