A Coruña fue una ciudad con trolebuses. En ellos "embarcábamos" los ciudadanos estudiantes, los trabajadores, simples mortales sin nada que hacer... y todos €o al menos la mayoría€ sabíamos a qué hora "pasaban" aquellos artilugios de uno o dos pisos que no hacían ruido, no contaminaban, eran rápidos dentro de un orden y casi siempre puntuales. Tanto que si te retrasabas un par de minutos te quedabas a la espera del siguiente un mínimo de 20 minutos.

Perdías el trolebús y veías a lo lejos las pértigas que, cual jirafas de la reserva natural del Serengueti, en Tanzania, se movían dando cabezadas como una despedida que te dolía porque aquellos 70 céntimos de peseta estaban destinados al "trole" número tanto para llegar a tu destino a las 09:00.

Esto es lo que le está pasando a la pesca artesanal con el trolebús de la PPC, una línea que busca la rentabilidad y la sostenibilidad y que, ni unos ni otros, logran que cumpla objetivos. Y se les va a pasar la hora y los artesanales perderán su oportunidad de llegar a la ahora en punto para que la Unión Europea entienda, por fin, lo que es una pesca respetuosa, de toda la vida, que además da empleo a miles de personas en toda la costa española.

Los "troles" que pintaban de azul y marfil en la reserva de las calles coruñesas procedían, se dice, de Inglaterra; pero aquí circulaban por la derecha y, en la plaza de Mina €confluencia de Linares Rivas€ precisaban de la intervención del cobrador del trole para cambiar las pértigas de las catenarias.

La pesca artesanal no sólo no tiene catenarias ni troles, sino que Europa no entiende su papel y parece condenarla como en Tanzania condenaron, hace muchos años, a las especies que, si bien las salvaron confinándolas en una reserva, lo cierto es que están sirviendo, ahora, para el turismo. Algo que parece intentan hacer con el sector pesquero en Galicia confinado a las reservas marinas para que el guiri de turno se entere de por qué el pescado era caro €que ya no lo es, salvo que las medidas del Gobierno logren que el incremento del IVA lo grave de modo inusitado y, ya, ni siquiera se compre€.

En los "troles" coruñeses embarcaban, en la parada de O Parrote, las trabajadoras de las empresas armadoras de buques de pesca, las que limpiaban y empacaban el pescado vendido durante la noche y la madrugada en El Muro. Envueltas en mil "mandilones" y "mandiles", con las manos abotargadas por el frío €no era habitual el uso de guantes protectores€, con cara de sueño y casi siempre de buen humor a pesar de todo, estaban prestas al paso del "trole" y no perdían éste por nada el mundo. Entonces no había PPC ni había UE, ni CE, ni autonomías... se pescaba lo que se podía y los artesanales iban, como han ido siempre, paso a paso, ganando credibilidad.

Hoy, la pesca artesanal es la gran desconocida para la UE, cuya Comisión se pregunta, todavía, si un barco artesanal es un trasatlántico en plan crucero de ría €como las antiguas lanchas de Santa Cristina y Santa Cruz, de Mugardos o Cangas€ y cuál es su papel en las pesquerías que nadie le asigna en la reforma de esa PPC que el diablo confunda.

Habrá que volver a la puntualidad de los trolebuses ingleses de las calles coruñesas.