La velocidad: eso es lo malo de Twitter. Y lo bueno. Su mayor defecto es también su mayor virtud, porque uno tiene antes un atisbo de lo que ocurre. Pero los tuits viajan deprisa; a veces tanto que anulan el espacio y el tiempo. Espacio no hay, a no ser el de la pantalla, y el tiempo, aunque se tenga, lo mata la velocidad. Sobre todo, en el caso de un "trending topic"mundial, un impacto informativo de primer orden para los usuarios de la red de micromensajes.

Como la noticia de la muerte de Fidel Castro, que Twitter propagó a velocidades de vértigo la noche del pasado lunes. Aunque fuera falsa. Aunque sólo fuera un rumor. Y repetido, porque el dictador cubano ya había muerto en 140 caracteres el pasado agosto.

La muerte del tiempo a manos de la velocidad, es decir, a manos de sí mismo, tiene importantes consecuencias. En el caso de la información, esas consecuencias pueden ser desastrosas, porque no hay posibilidad de contrastar, de analizar –de pensar, en suma–, y un rumor al que se da pábulo crece siempre más rápido que una noticia que alguien quiere ocultar.

Así que Twitter es una valiosa herramienta, y transmite información, sí, pero necesita filtros. En periodismo, el filtro es el periodista, que está entre lo que ocurre y los lectores, y valora y selecciona. Sin filtros, no hay periodismo. Y en Twitter no los hay. Para saltarse los filtros, los políticos quieren ahora ruedas de prensa sin preguntas. O sea, periodistas-notarios, sin criterio, que no interpreten. Y los tuiteros quieren ser periodistas, pero obviando las fuentes. No son necesarias, llegó a decir uno, el año pasado, en un congreso de periodismo digital.

Si quieren saber cómo sería un mundo donde cada habitante del planeta se erigiera en periodista, entren en Twitter un día de "trending topic". El lunes por la noche parecía una olla hirviendo, y uno, sabiendo la jornada de trabajo que le esperaría al día siguiente de ser cierto el óbito del dictador cubano, decidió asegurarse. ¿En Twitter? No: en un filtro, en dos, en tres. Una pestaña por cada diario digital. Y luego la televisión, la radio. Medios de comunicación, no jaulas de grillos.

¿Conclusión? Siga usted la actualidad en Twitter, no desprecie las redes sociales, pero si tiene dudas acuda a un profesional. ¿No lo hace cuando le sale un grano o le duele una muela? Pues eso. Que no le engañen: un «urgente» de teletipo –lo más parecido a un tuit– es un aviso de noticia, pero no una noticia hecha y derecha: las agencias lo tienen bien pautado: "urgente", "avance", "ampliación", "previsión". Lea y piense, no se suicide con la velocidad.

Y tampoco se crea que los peligros de Twitter son fruto sólo de sus usuarios y sus rectores: hay gente interesada en que esta red y las otras cobren un protagonismo en la difusión de la información que, en realidad, no tienen. Corrijo: en la difusión puede, pero no en su elaboración. ¿O es que ya cuenta más la rapidez que la buena factura? ¿Se trata de eso, de pensar cada vez menos, de ganar en inmediatez a cambio de perder seso? Pues vaya estrés.