1.–El impacto de los nuevos medios.

El auge de internet en las últimas dos décadas ha generado la aparición de nuevas formas de comunicación que conviven con los viejos medios y a la vez los modifican. Muchos han dicho que internet iba a acabar con el papel. Personalmente, no lo creo.

Visitando un quiosco español, nadie dudaría de la salud de su prensa escrita. Uno encuentra periódicos nacionales de gran prestigio y solera, una abundante prensa regional y local que cubre toda la geografía española, una gran variedad de diarios económicos y una dinámica prensa deportiva.

Que la vieja prensa de papel todavía sigue desempeñando un papel determinante lo prueba también la aparición de nuevos diarios.

Es público que el perfil de la audiencia de lectores de prensa diaria en España no ha variado sustancialmente desde los años noventa. A los viejos lectores de diarios nos sigue gustando leer diarios.

Sin embargo, la afición por el papel entre los jóvenes ha experimentado una preocupante caída. Hace veinte años un 23% de los jóvenes entre 14 y 24 años leían un periódico. Actualmente, esa cifra ha caído al 6,3% para los menores de 20 años y al 8,8% para los menores de 24.

La fuente de información de los jóvenes de hoy en día es internet, y cuando leen papel suelen ser diarios deportivos o prensa gratuita. Para el resto de segmentos de la población, los índices de lectura también van cayendo progresivamente, y la crisis económica no hace sino agravar la situación.

Sin ningún género de dudas, la crisis económica es la principal responsable de estos cambios coyunturales. Pero la difícil situación actual no esconde que también se está produciendo un cambio estructural, a saber, la aparición de los nuevos medios electrónicos.

Respecto a los nuevos medios, la digitalización de la información y el desarrollo de receptores multimedia, como las tabletas, han supuesto una revolución en el modo como los periodistas informan y los ciudadanos se informan.

Las noticias actuales son instantáneas, multimediáticas, interactivas y gratuitas. Todo el mundo puede ser periodista, y el periodista debe ser próximo a todo el mundo: la frontera entre emisor y receptor se ha difuminado y tiende a desaparecer.

Los nuevos medios de comunicación digitales cambian con tanta rapidez que cualquier reflexión o análisis pierde vigencia casi inmediatamente. Aun así, y a riesgo de establecer categorías irreales, me gustaría establecer una separación entre los medios sociales y las versiones digitales de los medios tradicionales.

No quiero extenderme mucho con las redes sociales. Es indiscutible que tienen una influencia social importantísima y que se han convertido en foros de discusión y debate muy poderosos. Lo hemos visto con la primavera árabe y, en menor medida, con el movimiento 15-M en España.

Es un fenómeno que merece ser estudiado y que ofrece a los ciudadanos y a las organizaciones modos nuevos de relacionarse e interactuar. Pero no nos engañemos. Hoy por hoy, no son medios de comunicación.

La información que corre por las redes sociales no puede ser contrastada con la misma facilidad que una información de un periódico o de una web oficial. Quien cuelga información en una red social no es necesariamente un profesional de la información, y sus fines no son necesariamente informativos. Por tanto, será necesario desarrollar nuevos modos de controlar la responsabilidad social de los diferentes actores que participan en las redes sociales para que estas puedan ganarse la credibilidad de los medios de comunicación social.

La cosa cambia completamente en el caso de los medios de comunicación electrónicos. La prensa digital sigue siendo una extensión de los grandes viejos medios (y aquí incluyo la radio y la televisión). Su prestigio está fundado en la credibilidad de los medios que les dan su nombre.

En efecto, en comparación con los medios tradicionales, basados en las ventas y la publicidad, el modelo de negocio de la prensa electrónica sigue sin estar claro. Los medios de pago con contraseña en general no han funcionado, salvo en contadas excepciones. Por otro lado, la publicidad, aunque aumenta, solo cubre una parte de los gastos.

La mayor parte de medios siguen potenciando sus versiones electrónicas, pero en general conservan su actividad tradicional. Ni que decir tiene que los veteranos de la prensa, como yo mismo, nos sentimos más a gusto en el viejo modelo. La cuestión es ¿por cuánto tiempo?

Hemos visto cómo muchos diarios han reducido la longitud de sus textos, han reforzado su imagen gráfica y han hecho de sus publicaciones un producto mucho más visual. Es, desde luego, una forma de adaptarse a los nuevos tiempos.

Sin embargo, a mi modo de ver, la prensa de papel debería reforzar precisamente aquello que le ha dado valor en el pasado, es decir, la calidad analítica de sus textos.

Yo soy romano, y mi madre era profesora de Lenguas Clásicas, y crecí con el amor al latín. Dice la máxima latina: "Verba volant et scripta manent". Las palabras vuelan y lo escrito queda. En mi opinión, la prensa escrita todavía goza del prestigio del "scripta manent", y el lector actual aún necesita el análisis en profundidad en el formato que mejor se adapta a sus ojos: el papel.

2.–¿Un nuevo modo de hacer periodismo?

Como viejo periodista que soy, me doy cuenta de que los nuevos medios de comunicación también han alterado profundamente nuestro modo de trabajar. En algunas cosas para bien, en otras no tanto.

Una de las cosas buenas de los nuevos medios digitales es que integran la esfera lógica con la esfera sensible al acercar texto e imagen, y esto ha obligado a los periodistas a hacer un mejor uso de la inteligencia emocional. El periodista habla cada vez más en primera persona y se hace más próximo a sus audiencias.

Asimismo, los nuevos medios han convertido al periodismo en una avenida de dos direcciones. En efecto, el carácter interactivo de internet permite al periodista conocer el impacto de su pieza al saber al minuto el número de lectores que tiene su artículo e incluso recibir un retorno concreto en forma de comentarios.

Finalmente, la inmediatez de los nuevos medios hace que la noticia tenga un impacto social automático gracias al potencial de Twitter y de los demás medios sociales. De este modo, puede influir en audiencias que ningún medio tradicional podría darle jamás.

Sin embargo, esa misma inmediatez reduce la vida de cada noticia a causa de la llegada de nuevas entradas y por la necesidad que el periodista tiene de actualizar sus informaciones continuamente. En internet "scripta non manent".

Y además, el periodista del siglo veintiuno no desconecta nunca. No es raro que se presente como novedad lo que no supone más que una repetición del pasado. La presión de la novedad hace que muchos redactores no dispongan del tiempo suficiente para contrastar sus fuentes o para hacer uso de la memoria histórica. E incluso cuando se va muy deprisa, se pueden cometer errores con la difusión de noticias incorrectas, como ocurrió con el pepino español.

A la exigencia de lo urgente se une la exigencia de la brevedad. Los textos se han reducido, y su calidad semántica con ellos. Yo lo veo especialmente en mi país: a veces los textos están escritos en un mal italiano.

Los artículos bien escritos se siguen leyendo después de su publicación. ¿Quién leerá en el futuro las noticias de un diario digital?

Si en lo estilístico las noticias digitales se acercan cada vez más a los despachos de agencia, en lo ético se está produciendo una peligrosa confusión entre información y opinión. Esto se manifiesta en nuevos modos de hacer periodismo, como los blogs y ciertas cuentas de Twitter.

La dificultad intrínseca de los nuevos medios de comunicación se ve agravada por la precariedad estructural del oficio de periodista, una precariedad que se ha visto agravada por la crisis económica. Y mientras las escuelas de periodismo siguen inundando el mercado profesional con nuevos licenciados, los medios se ven obligados a reducir sus redacciones para sobrevivir. Las víctimas son a menudo los periodistas con más experiencia.

3.–La crisis económica.

Soy consciente de las dificultades que atraviesa el sector en estos momentos. Según las propias cifras, los grandes diarios generalistas españoles han reducido su tirada en un 11,4% durante los primeros nueve meses del año. Al mismo tiempo se ha producido una caída de los ingresos por publicidad del 12,2%, lo que pone a muchos editores en una situación crítica.

Vivimos tiempos tempestuosos. Pero yo quiero concluir con un mensaje de optimismo. A veces se entierra a la UE antes de tiempo y, de una manera u otra, la UE sale adelante cada vez un poco más reforzada. Algo parecido pasa con la prensa. Habrá que reinventar, innovar y adaptarse, pero nunca enterrar antes de tiempo a la prensa.

* Vicepresidente de la Comisión Europea