Se ha llegado a escribir que el robo del Códice ha sido un mazazo para la auto-estima del pueblo gallego, y que ese libro es un símbolo fundamental de nuestra identidad. No discuto el valor histórico y cultural de la obra, pero discrepo de la importancia que se le está atribuyendo al considerarlo elemento esencial de Galicia. Y siento defraudar a tantos que deben creer que ese libro fue escrito en nuestra tierra, o por un autor gallego, o que habla bien de nosotros: nada de eso es cierto.

La mayoría de pergaminos que componen el Códice se escribieron durante el siglo XII en el monasterio de Cluny, en la región de Borgoña; y en el prólogo se especifica que la obra se dirige a esa comunidad religiosa. La autoría principal se le atribuye a un clérigo de Poitou, llamado Aymeric Picaud, y a otros monjes franceses, que emplearon en su confección la lengua latina, usada prácticamente en toda Europa en esa época. En la obra se menciona el idioma vasco, pero no hay ni una palabra sobre la existencia del gallego, que todavía no había hecho su aparición como lengua escrita.

Las tres primeras partes del Códice tienen contenidos puramente religiosos: sermones y rituales litúrgicos, relatos de milagros atribuidos a Santiago, la leyenda de su viaje a España, y la supuesta traslación de su cuerpo en el siglo I hasta la ciudad de Compostela. En alguna homilía se habla peyorativamente de España y de Galicia, previniendo sobre los malos mesoneros, las meretrices de Palas de Rei (en Lugo), los falsos mendigos y los estafadores del camino. Y en un pasaje concreto el autor del Códice no se priva de insultar al pueblo gallego: tras decir que España debe alegrarse por haber recibido a uno de los Apóstoles de Cristo, afirma "Feliz tierra de Galicia, que ha merecido tener tan gran tesoro / pero ¿cómo recibe tal tesoro gente inculta? / Se cumple el adagio que dice: al necio que no lo buscaba, le suerte le es dada".

La siguiente parte es una crónica fabulosa del viaje de Carlomagno hasta Compostela. Ya sabemos que esa peregrinación no pudo ser cierta, pues el Emperador Franco murió años antes de que se hallaran los huesos atribuidos al Apóstol. Se afirma en el relato que tras la predicación de Santiago "los gallegos abandonaron la fe, dejándose llevar por sus pecados, y pérfidamente se apartaron de la fe, hasta los tiempos de Carlomagno". Se cuenta cómo el Emperador llega con su ejército hasta Santiago y hasta Padrón, y el autor afirma que Carlomagno: "A los gallegos los regeneró con la gracia del bautismo por manos del Arzobispo Turpín; pero a los que no quisieron acogerse a la fe y a la gracia del bautismo, o los acuchilló o los esclavizó bajo el poder de los cristianos" (muy caritativo por su parte). Esa parte del Códice cuenta cómo a su regreso Carlomagno distribuyó las tierras y provincias de España a sus caballeros y huestes que quisieron quedarse, como premio o botín de guerra: cita a Navarra, Vasconia, Castilla, Nájera, Zaragoza, Aragón, Andalucía y Portugal; pero termina diciendo, en plan despectivo, que "los Francos no quisieron habitar Galicia porque les parecía fragosa" (ellos se lo pierden).

La siguiente parte del Códice, el llamado libro 5º, busca prevenir a los peregrinos franceses de los peligros que se podían encontrar. Se afirma por ejemplo que "quien coma en España y en Galicia el pescado que vulgarmente se llama barbo, seguro que muy pronto o muere o enferma". Y también: "Todos los pescados y carnes de vaca y de cerdo de toda España y Galicia producen enfermedades a los extranjeros". Comenta peculiaridades de los pueblos por donde se pasa, siendo especialmente hiriente al hablar de navarros y vascos. Y de los gallegos afirma que somos "muy iracundos y litigiosos". En la parte descriptiva del camino, describe sin escatimar elogios los tramos franceses del camino, pero no dice casi nada de lo que se puede encontrar por la península; al final, y quizá lo único positivo en todo este análisis sobre el valor "gallego" de la obra, se describe la Catedral y la ciudad de Compostela, afirmando de ella que es "la más dichosa y excelsa de todas las ciudades de España, por tener en custodia los preciosos restos mortales de Santiago".

La última parte del Códice es un apéndice con himnos y canciones religiosas, escritas con la llamada "notación lorena", típica de los monjes benedictinos de Vézelay, uno de los puntos de partida del Camino de Santiago en Francia (nada, por tanto, de folclore gallego).

En definitiva, el Codex Calixtinus ni es una obra gallega ni habla bien de Galicia. Es un libro que contiene una visión negativa de Galicia, registrada por unos monjes extranjeros, que por otra parte son forofos de la devoción al Apóstol Santiago. Pero no se puede confundir todo lo que significa Compostela y el Camino de Santiago con ese libro francés. ¿Se imaginan ustedes a los chinos diciendo que el libro de viajes de Marco Polo representa la esencia de su identidad china? Al menos Marco Polo no insultó a los chinos; pero en cualquier caso los que pueden estar orgullosos de su obra son los venecianos. Quizá haya que buscar el Códice robado en la región francesa de Poitou, de donde era Aymeric Picaud.