Uno de los datos que más preocupa a quienes denuncian -que, por desgracia, no son muchos- este tipo de asuntos en la noticia de FARO sobre determinadas prácticas de la Diputación de Ourense es que apenas sorprende. O sea, que contratar -o despedir, como parece haber ocurrido ahora allí- por los apoyos o rechazos electorales que se puedan obtener se ha convertido en algo habitual.

Ya puestos, quizá convenga añadir que lo peor de tan perversa costumbre es que se ha vuelto tal por la pasividad, o la ineficacia de los intentos habidos para impedirlo, de quienes están en la obligación de hacerlo, y de hacerlo bien. Y procede recordar que en el ámbito judicial se ha movido ficha, especialmente en lo que se refiere a las denuncias de malas prácticas en las oposiciones de ingreso. Pero, como dejó advertido el refrán, quien hace la ley hace la trampa, allí apenas hubo cambio, salvo que ahora andan con algo más de cuidado.

Por eso extraña poco o nada que se sepa que allí la Diputación despide gente en función de los resultados electorales de sis lugares de origen: si gana el PP se les renueva y, si no, adiós. O que se quede en anécdota que su presidente exhiba un fajo de billetes durante un mítin para entregar cierta notable cantidad a un asistente bajo la excusa de pagar una deuda que, por cierto, no se especifica en concepto de qué. Y como el hecho fue público, hay derecho a preguntar el motivo.

Este tipo de episodios -y ya ni se diga aquél de cuando, ante la evidencia de que en los exámenes de acceso las mejores notas eran para familiares de miembros del PP, se argumentó que se debía "a su superior inteligencia"- darían vergüenza en un país serio, pero aquí ni siquiera causan rubor en sus protagonistas. Ni por lo que se ve, tampoco en quienes, al menos en teoría, tienen autoridad política para evitarlo.

Y no se trata de imputar a terceros, aunque sean jerárquicamente superiores, lo que hace alguien por su propia iniciativa. Pero en este tipo de asuntos resulta aplicable aquel principio según el cual "quien es causa de la causa es causa del mal causado". Y parece evidente que quien propone reiteradamente para un cargo tiene parte de culpa en su maluso.

Dicho en román paladino, que el presidente del PPdeG no puede permitir estas cosas, sobre todo si quiere convencer de que está por el rearme moral de la sociedad. Y habrá de intervenir aunque le cueste votos allí lo que, por cierto, quizá no sea tan inevitable como algunos, se empeñan en repetir.

¿Eh...?