Ya han comenzado a llegarnos cartas de padres quejándose por la participación de sus hijos en el Correlingua. Siempre sucede por estas fechas. Este año percibimos más indignación en sus palabras; se habrán dado cuenta de que tampoco en cuestión de adoctrinamiento va a cambiar Feijóo lo que criticaba del bipartito. Cuando llegó a la Xunta se pensó que no le había dado tiempo de solucionarlo, y así vimos a los niños corriendo por las ciudades de Galicia entre banderas con la estrella roja y el lema "eu nunca serei yo" edulcorados por la cartelería de diseño. Una vez en la meta se representaba una obra en la que el malo hablaba español y el joven libertador hablaba gallego; como telón de fondo, la Guerra de las Galaxias.

El curso pasado ya no había disculpa y aún así el manifiesto y las consignas causaban sonrojo. La cosa también iba de batallas: posponer nuestra habla a cualquier otra es una forma de suicidio, hay que defenderla de los crueles verdugos, los adversarios son traidores, libraremos la batalla si queremos ser libres, evitando el genocidio. Esto que se presenta como una carrera lúdico-educativa, lo organizan la CIG y la Mesa pola Normalización Lingüística. Ellos lo organizan, las diputaciones y los ayuntamientos ponen el dinero, la Xunta pone los niños. Los llevan en horas de clase.

Hace dos días recibimos la carta del padre de un alumno de Primaria. En la web de los organizadores había leído que la finalidad del Correlingua era que los niños reivindicaran su derecho a crecer en gallego por ser esta la única manera efectiva de ejercer como gallegos. Nos decía textualmente "le dijeron a mi hijo que tienen una excursión toda gratis y con una fiesta, se lo cuentan de tal manera que cualquiera le dice que no va, como padre me veo impotente". Y concluía, "como le hagan fotos con panfletos nacionalistas la voy a armar". Probablemente no lo hará; al final suele imponerse el silencio. No le conté que el manifiesto de este año es similar a los de años anteriores: "nuestra tierra siempre en guerra", "no seas sumiso", "tenemos el poder, a por él", "¿Qué haces del otro lado?". Y por si alguien no había captado el mensaje: "no estamos jugando, apúntate a nuestro bando".

Hace poco publiqué en mi blog las fotos de un viaje a Extremadura, entre otras la de unos corderitos en la dehesa. Comenté que me habían recordado al Correlingua. Alguien dijo que estaba ofendiendo a los niños. Probablemente desconocía la simbología asociada al cordero, en el antiguo Oriente una imagen del poder del rey que podía disponer del pueblo a su agrado. En la cultura judeo-cristiana un símbolo de inocencia e ingenuidad, y también de sacrificio. Unos sacrifican una educación en el respeto en aras de la patria, otros para disfrutar del poder sin excesivas molestias de los nacionalistas.