Cuando Mascherano en un corte milagroso impidió que el balón de la eliminatoria llegara a los pies del delantero danés del Arsenal, Bendther, quizá estaba evitando que el gran ciclo del Barcelona flaqueara. La tesis de los grandes ciclos futbolísticos duran cinco años se ve confirmada por la historia de los grandes equipos, incluido el propio Barcelona de las cinco copas. Real Madrid, Milan y algunos otros no fueron quizá más allá del quinquenio en sus mejores épocas. Al Barcelona de Guardiola aún le queda camino, y más si el corte milagroso del argentino impide que el balón de gol llegue a sus rivales.

Porque el Barcelona de hoy ve cómo la vacuna que se busca para frenarlo no termina de aparecer. Quizá la encontró el Inter de Mourinho en la eliminatoria europea, cuando primero con un perfecto juego de contragolpe cobró ventaja en la ida y después, en la vuelta, con un hombre menos no tuvo empacho en recuperar el más rancio catenaccio de los italianos de hace décadas. Porque el Barcelona de hoy puede destrozar al rival que le planta cara en todo el campo, como pretendió el Real Madrid de Mourinho en la primera vuelta de la Liga o puede acabar con aquel que se esconde atrás, caso de Arsenal de Wenger al que ahora lo acusan de romper con sus criterios futbolísticos. La vacuna antiBarça no termina de aparecer en los más serios laboratorios del mejor fútbol mundial. Precisamente porque los síntomas de que el ciclo azulgrana termina no aparecen por ningún lado.

Pero puede ser una simple apariencia. Puede que la vacuna esté más cerca porque los mejores entrenadores rivales están descubriendo la mezcla milagrosa que sea capaz de frenar el inigualable juego de los azulgrana. La conexión Xavi-Iniesta-Messi ha tenido algún que otro momento de flaqueza en los tiempos más recientes, pese al impresionante ritmo goleador del argentino. Cuando el falso delantero centro no termina el gran juego de su equipo aparecen más problemas de los esperados porque el goleador Villa, pese a sus buenas cifras, no alcanza el protagonismo que tuvo en el Valencia o que tiene en la selección. Tener a un delantero como Villa como mero acompañante del trío de lujo es un riesgo muy grande.

Hugo Sánchez, en sus días de entrenador del Almería, encontró una fórmula bien simple para desactivar al Barcelona: un férreo marcaje sobre Xavi. El Almería logró empatar. Esteban Vigo, entrenador del Hércules, dio la sorpresa de la temporada con un planteamiento mitad osado, mitad valiente, que le valió la victoria en el Camp Nou. Más cerca, el decaído Sevilla de Manzano casi da la vuelta a un partido que empezó siendo un calvario pero que cambió de dirección con la presencia de un delantero solvente como Kanouté.

No hay fórmula única para frenar al mejor equipo, pero la mezcla de varias puede significar la aparición de la vacuna antiBarça. El científico más solvente es un tal Mourinho, que se verá ante Guardiola dos veces en pocos días en cuestión de semanas.

El portugués es el llamado a ofrecer al mundo el hallazgo de la fórmula mágica que permita frenar y superar a un Barcelona inigualable, que no dependa del corte milagroso de Mascherano. Porque ese día llegará, que nadie lo dude.