Pues la verdad es que, a poco que se analice con cuidado, no debe extrañar la pésima opinión que la gente corriente parece tener de los políticos actuales en general, al menos si se juzga por lo que repiten las encuestas. Y es que, pase lo que pase en el país, la lectura que se da al público resulta siempre la misma: si es bueno, ocurre gracias al gobierno y, si es malo, la culpa recae en cualquier otro, sea quien fuere y administre lo que administre.

El método, que en sí mismo demuestra la incapacidad de los protagonistas para ver más allá de sus narices, es susceptible de empeorar cuando se acaban -porque el catálogo es amplio, pero no inagotable- las excusas. En Italia, donde hay un problema parecido, inventaron lo del "piove, porco goberno" como recurso desesperado para endosarle hasta los temporales, y la cosa pareció lo que es: una boutade impropia de gente seria. Pero cuajó y se extendió.

Ahora, por lo que se ve, ha llegado a la Xunta, que abrió una polémica no ya sobre la Meteorología, sino también acerca de cómo funcionan sus técnicos según sean estatales o regionales. Y con una desfachatez impropia de lo serios que son como personas -lo que refuerza las sospechas de que podría existir algún virus que afecta a la sensatez de los cargos públicos- dos conselleiros alimentan una polémica que, aparte de patética es ridícula.

Algunos observadores veteranos -y por ello pesimistas-, creen que tan lamentable espectáculo no busca sino quitarse de encima el asunto de las ayudas a los damnificados. Y eso a pesar de que podrían perjudicarlos aún más: precedentes existen -el del "Prestige" es referencial- de que ciertas compañías de seguros usan el debate sobre culpas para discutir o aplazar los pagos y a veces para negarlos. Por aquello de que "amiguiños sí, pero...".

(Conste que, dicho lo anterior, habría que extenderlo a la oposición. Y no porque sus críticas resulten impropias, sino porque están formuladas con temerario olvido de lo que hizo cuando gobernaba. El que más o el que menos recuerda casos de inundaciones, incendios y hasta naufragios durante el Bipartito que pusieron en cuestión la existencia en Galicia de un sistema de prevención y respuesta realmente eficaz. Y eso, aparte lo puntual, ni se cita.)

Así las cosas, y aunque suponga una audacia, quizá no estuviere de más reclamar a los políticos gallegos que reflexionen y repetirles que debieran pensar más en la gente. Y que se dejen del "piove, porco goberno", porque es una idiotez.

¿Eh...?