El título de este billete repite, ahora a propósito de la matanza de Tucson, el de otro de hace semanas, acerca de las teorías del profesor Joan Esteban sobre la polarización social como origen del conflicto violento. No se puede culpar penalmente a un predicador profesional del odio de lo que luego haga un enajenado, pero hay poca duda de que su pólvora algo ha tenido que ver con el disparo. Todos los odiadores, los difamadores, los que insultan, los que demonizan al contrario político, ceban de combustible una caldera social que antes o después moverá la mano que descargue el golpe. A los dirigentes del Tea Party no hay que sentarlos en el banquillo, sino en la bancada de un curso sobre etiología de la violencia impartido por el profesor Esteban. De paso, y como medida preventiva, podría hacerse igual con dos o tres docenas de tertulianos, opinantes y predicadores españoles.