Así que, a poco que se analice despacio, apenas se puede objetar a eso que atribuyen a don Manuel -Pachi- Vázquez sobre su disposición a la defensa de este país en caso necesario. Es cierto que muy aguerrido no fue su señoría, quien advirtió con "un golpe en la mesa" si eso fuere menester, pero también lo es que ni siquiera cosas como ésa se habían oído en boca de un máximo responsable del PSdeG. Y es un dato.

Unos cuantos observadores, quizá desconfiados en exceso, creen que algo raro debe estar ocurriendo en Madrid con lo que al noroeste se refiere para que alguien como el señor Vázquez se haya puesto de morros. Una sospecha puñetera, teniendo en cuenta que es mucho lo que este país tiene pendiente, que su mayor parte acumula retrasos y que, tras el primer entusiasmo tras la llegada de don José Blanco, el panorama está como siempre o peor.

Es posible que los exégetas de Moncloa, que no escasean, saquen del baúl el epíteto aquél del victimismo a pesar de que, junto al de localismo, quedó muy tocado tras el mal uso que se hizo de ambos en la chapuza de las cajas. Pero por más que adjetiven, es poco discutible que en las grandes obras iniciadas los retrasos se acumulan y en las pendientes sólo funcionan las excusas.

La cuestión, ahora mismo, consiste en saber qué es lo que entiende el secretario general del PSdeG por "dar un golpe en la mesa", y exactamente en qué mesa lo daría. Lo otro, los efectos en caso de que se propinase, están por ver, pero no hay razón para suponer que serían demasiado contundentes: dicho con todo respeto para los socialistas gallegos, en el ring del PSOE son un peso pluma.

Y otra cosa más. Con el máximo respeto para la figura y la persona de don Manuel Vázquez, sus precedentes a la hora de ponerse enérgico en defensa de los intereses gallegos no dan para escribir la hoja de una libreta. Sirva como ejemplo el recuerdo de que, cuando era conselleiro y se maltrataba a este país desde el Ministerio de la maléfica Álvarez, se mantuvo cuerpo a tierra y a veces incluso como parapeto.

Podrían añadirse otras muestras ante actitudes discriminatorias de Madrid, pero son más recientes y no necesitan memoria. Aparte de que tampoco se trata de pedir que su señoría se subleve contra Moncloa o contra Ferraz: bastaría con que, a la hora de la verdad, antepusiese el interés general a cualquier otro; capacidad y talento le sobran, pero habrá de mostrar disposición. Y eso, con todo respeto, aún no está claro.

¿Eh...?