Para comenzar, algunas ideas bien conocidas. Primero: las universidades gallegas están insuficientemente financiadas para poder competir internacionalmente y generar el conocimiento y formación necesarios, si la meta es dotar de fundamentos sólidos ese cambio de modelo productivo del que tanto se habla. Segunda: las universidades deben ser más eficientes en el uso de los recursos y generar más valor añadido en términos científicos, formativos y de transferencia de conocimiento. Tercera: la dependencia de las universidades del financiamiento de los gobiernos autonómicos es total. Lo que ocurra con esos recursos determina su coyuntura financiera.

Con la información disponible hasta el momento, la Xunta de Galicia parece que va a hacer un esfuerzo en el volumen global de recursos para las universidades gallegas. Para 2011 podríamos estar hablando de estancamiento. Y de ahí en adelante, avances conforme mejore la coyuntura. Con una caída del presupuesto de la Xunta en el entorno del 10%, hay que reconocer que un estancamiento de los recursos transferidos a las universidades significa un esfuerzo. Sin duda insuficiente y asumible solo coyunturalmente. Pero un esfuerzo. La prueba del nueve estará en lo que ocurra entre 2012 y 2015, cuando el presupuesto global vuelva a crecer. El acuerdo de financiación universitaria que ahora se está discutiendo debería tener como objetivo situarse en tasas de crecimiento de dos dígitos cuanto antes, para recuperar el terreno perdido. Además, será algo muy positivo si se confirma que una parte sustancial de la financiación, cerca del 15% del total, depende del cumplimiento de objetivos bien seleccionados. Es fundamental que el sistema premie a los individuos, grupos de investigación, centros, campus y universidades que se esfuercen más en pos de mejorara sus resultados. Los contratos-programa entre Xunta y universidades van en esa dirección. Pero también deberían girar hacia ellas los propios rectorados. Acabemos con el "café para todos".

Por tanto, podemos ser moderadamente optimistas sobre las dos primeras dimensiones que aparecen en el título de este artículo La principal duda en estos momentos se refiere a la justicia. Los recursos deben ser asignados entre universidades (y entre campus) con justicia; esto es, observando sus outputs y sus inputs disponibles. Lo contrario puede significar consolidar diferencias injustas fruto de un pasado centralizado o avaladas por el peso de la costumbre. Por lo que se refiere a los outputs y hablando a escala de universidad, los datos oficiales publicados por el INE para el curso 2008-2009 muestran que los alumnos de primer y segundo ciclo se distribuyen aproximadamente en porcentajes 40%-30%-30%, con la Universidad de Santiago (USC) al frente. En el terreno de la investigación, los diversos rankings disponibles muestran a la Universidad de A Coruña (UDC) muy por debajo de las otras dos, y a la Universidad de Vigo (UVIGO) convergiendo rápidamente hacia la USC, a la que adelanta ya en numerosos indicadores parciales. Con todo, la USC mantiene aún el liderazgo en los indicadores globales.

Por lo que se refiere a los inputs, las cifras que proporciona el INE de nuevo para el curso 2008-2009 muestran que la USC cuenta con unas plantillas de profesores y personal auxiliar (PAS) en la media española teniendo en cuenta su tamaño. Por el contrario, la UDC y la UVIGO se sitúan en posiciones muy retrasadas. En términos relativos, mucho peor que la USC. La universidad compostelana cuenta con el 44,6% de los profesores a tiempo completo (el 42% cuando se tiene en cuenta los contratados a tiempo parcial, especialmente numerosos en la UVIGO) y, de nuevo, el 44,6% los PAS de Galicia. La UVIGO cuenta solo con el 26,2% de los PAS y el 27% de los profesores a tiempo completo; y la UDC dispone del 29,2% de los PAS y el 28,5% de los docentes a tiempo completo. En la USC no sobra personal. Cuestión distinta sería la necesidad de reasignarlo internamente. Pero en la UDC y la UVIGO las carencias son notables. Es preciso concentrar los esfuerzos financieros futuros en ambas para que podamos hablar de un sistema de financiación justo.

Teniendo en cuenta el número de alumnos y sus resultados en investigación es razonable que la USC obtenga más financiación que las demás. Pero teniendo presente el reparto actual de recursos, los desequilibrios en recursos humanos, el tamaño de los diferenciales en el número de alumnos y los avances en resultados de las universidades, especialmente la UVIGO, sería razonable que el reparto final se situase en los siguientes intervalos: 35-40% para la USC, 30%-35% para la UVIGO y 25%-30% para la UDC. En 2010 fueron 44%-30%-26%. La negociación entre las partes deberían concretar los porcentajes para que la suma fuese 100%.

Probablemente, y desde un punto de vista técnico, se debería volver a utilizar un fondo de compensación específico para compensar esos desequilibrios arrastrados del pasado, aunque mejor dotado financieramente. Y se debería optar por soluciones dinámicas para que las mejoras de las universidades peor tratadas se produzcan a cargo de los incrementos en los recursos globales y no de la reasignación de los actuales.