La más avanzada tecnología disponible se aplica a la lucha contra el escape del petróleo en el golfo de México, y la artesanía más primaria (recogida a mano), en el mar Amarillo, de China. En Nigeria, al parecer, no se aplica tecnología ni artesanía alguna. En USA, en China y en Nigeria se utiliza el mismo sistema para medir el crecimiento, o sea, el PIB, en el que se cuenta todo lo que se produce o crea, pero no todo lo que se destruye. Sobre ese engaño enorme, sobre esa falacia absoluta, sobre esa estafa, la de no tener en cuenta los costes y los estragos de nuestro llamado bienestar, ni el malestar que generan, descansa nuestro modo de vida, y la religión del crecimiento como vía de salvación. Al que lograse desmontar el truco de la religión del PIB, derribando a garrotazos el ídolo central de nuestra cultura, no habría que darle el Nobel, habría que hacerle directamente Papa.