De modo que,metidos los sindicatos en los preparativos finales para la huelga de funcionarios, y en la duda aún de si extenderán su protesta al conjunto de la actividad general del país, quizá procedan algunas reflexiones. Desde la idea de que son, esas organizaciones, claves para la democracia con la condición única de que sirvan realmente a lo que deben y no busquen otra cosa.

No se trata de pontiticar, claro, ni de interferir en el derecho que las direcciones tienen a desarrollar el programa con el que llegaron a donde están. Pero es importante señalar que de un tiempo a esta parte la función sindical ha variado de actitud siquiera en imagen externa, y ha parecido estar más al servidio de proyectos políticos que de prácticas laborales. Y no es eso, que diría el maestro Ortega.

Naturalmente, tal opinión no tiene por qué ser compartida, y menos en el ámbito propio de las centrales. Pero a día de hoy existe en buena parte de la sociedad la sensación de que la cercanía entre UGT sobre todo, y también Comisiones, en asuntos claves para el señor Zapatero ha restado a los trabajadores capacidad de maniobra y, sobre todo, les ha supuesto una factura casi imposible de pagar.

Dicho de otro modo, no son pocos los que piensan que los señores Méndez y Toxo, a los que se ha oído con frecuencia disertar sobre la política económica del Gobierno, tendrían que haber dedicado más tiempo y más coraje a enfrentarse a los aspectos que implicaban paro en vez de contentarse con migajas caídas desde la mesa de Moncloa. Por ejemplo.

Se pueden citar otros, más concretos. Mientras el Gobierno negaba la crisis y conducía a la masa laboral a un callejón sin salida, eliminaba impuestos a las grandes fortunas, reducía cargas a los que más tenían y dejaba sin control mecanismos por los cuales una parte del capital practicaba la evasión bajo la disculpa de la globalización. Y no sirve que ahora aullen a la luna: es demasiado tarde, porque las huelgas, y como mucho, serán solo el ejercicio del derecho al pataleo y quizá había que hacerlas contra los sindicatos mismos.

Ítem más; en el colmo de la desfachatez,el Gobierno compensa la canallada de la congelación de pensiones con la bajada de sueldo a los funcionarios, siguiendo así la línea de tópicos repelentes que ahora maneja el PSOE en bloque, con el apoyo de sus trompeteros. Y ya insinúa otra coartada, la de subir los impuestos por el trabajo a los "ricos". Como dijo el clásico," ¡ qué país, Miquelarena!".

¿Eh?