En pocos días procede nuestra Universidad a la elección de un nuevo Rector y su equipo rectoral, hecho casi coincidente con el de cumplimiento de los veinte años de su historia, a lo largo de los cuales los sucesivos equipos de gobierno han tenido no poco trabajo. Trabajo complejo, difícil sin duda, condicionado por el crecimiento en muy poco tiempo del número de alumnos y por las exigencias y expectativas de su entorno económico y social. Todo ello dificultado por la disponibilidad de unos recursos financieros insuficientes para conformar una universidad a la altura de los tiempos, con el añadido de la adaptación de sus normas de funcionamiento a tres leyes de educación. Sin embargo, la dedicación, el esfuerzo puesto en la tarea por muchos miembros de la comunidad universitaria ha dado sus frutos, tal y como reflejan, por ejemplo, los recientes datos de evaluación de la investigación de las universidades españolas. En tan poco tiempo, y a pesar de los inconvenientes antes citados, se hizo camino.

Pero el camino sigue y al nuevo equipo rectoral, al igual que los anteriores, le espera una dura travesía dadas las condiciones poco favorables que como consecuencia de la situación económica estamos a vivir. En efecto, aparte de los propios derivados de la evolución de la Institución, le aguardan nuevos e importantes retos, no siendo el menor la adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), bueno en su concepción, no tanto en la forma en que se está llevando a cabo. Su verificación requiere un plan decidido de apoyo a la europeización de la enseñanza universitaria, puesto que la riqueza y diversidad de la cultura europea, entendida como recurso educativo conformador del "espíritu europeo", así lo demanda. Y ese plan descansa, además de sobre una oferta atractiva de grados y postgrados con claro marchamo internacional, en especial los segundos, sobre un componente financiero muy importante que obliga a racionalizar el gasto e invertir en los medios humanos y materiales precisos para superar con éxito el reto asumido.

Prioritario también es prestar atención preferente a la actual situación económica. Galicia precisa de todo el potencial de sus Universidades para aportar soluciones conducentes no sólo al fortalecimiento de su tejido productivo, sino también a afrontar el desafío que supone el cambio global que afecta a la humanidad (alimentos, energía, salud, calidad del agua y aire, alteración del clima). En esta línea, nuestra Universidad debe convertirse en el motor de la revitalización económica de su entorno, con una apuesta decidida por la búsqueda de nuevos nichos productivos. Aparte de generación de riqueza se incrementaría la inserción de sus graduados en el mercado laboral, sumido en una crisis aguda y que afecta con particular dureza a Vigo y su área de influencia. Al mismo tiempo, se favorecería el retorno del valioso capital humano, obligado a emigrar a otros pagos ante la falta de oportunidades en el nuestro, contribuyendo con los saberes adquiridos y sufragados por la sociedad, a que la distancia en crecimiento económico y en bienestar que nos separa de aquellos sea aún mayor.

Para lograrlo, la Universidad, nuestra Universidad, tiene que centrar su atención en sus puntos fuertes en investigación y, sin abandonar la básica, apostar decididamente por la investigación aplicada y el desarrollo tecnológico. Pilares sobre los que descansa el crecimiento económico y social de un país y vectores para la generación de nuevos procesos y productos e incremento de la competitividad, de acuerdo con los principios del desarrollo sostenible. En este sentido, el proyecto "Campus do Mar" marca el camino a seguir respecto de otros sectores productivos.

Considerando lo antedicho, fundamentales son aquellas líneas de investigación aplicada desde las cuales sea relativamente fácil la transferencia de tecnología, junto con la capacidad innovadora subyacente, especialmente a la pequeña y mediana empresa. Soporte imprescindible de lo cual es la impulsión de alianzas estratégicas entre la universidad, las empresas y la administración, destinadas a promover el desarrollo tecnológico (también la formación continua) y la innovación en un determinado campo de actividad. Teniendo en cuenta la muy diferente misión de la Universidad y la Empresa, sería importante el establecimiento de redes locales por campo de actividad así como fomentar el intercambio de investigadores y técnicos entre ambos organismos El conocimiento mutuo, personal y del respectivo ámbito de trabajo, elimina obstáculos, genera confianza, facilita el trabajo en común, cataliza procesos.

Dada la función social de la Universidad de lugar de formación de las generaciones que administran el conocimiento y el saber (los líderes del mañana), además de la producción del propio conocimiento, y a la vista de lo que hoy acontece, resulta primordial afrontar decididamente el reto que supone la permanente pauta de actuación conforme a valores éticos y morales basados en el respeto, la responsabilidad y el rigor en el cumplimiento de sus fines últimos docentes e investigadores. Actitudes esenciales para que profundice en su razón de ser y cumpla con su misión de compromiso con la sociedad. Asumiendo, en definitiva, su papel de guía efectivo de un entorno social en transformación permanente sobre unas sólidas bases de convivencia y bienestar.