A estas alturas, lo que era un secreto a voces se ha convertido ya en un dato público e irrefutable. La excelente relación y permanente contacto entre el presidente de Caixanova, Julio Fernández Gayoso, y el gobernador del Banco de España, Fernández Ordóñez, resultó clave en la primera fase de la operación que podría llevar a la fusión de las cajas gallegas.

Durante las últimas semanas, Gayoso y Ordóñez dialogaron en varias ocasiones, y el primero informó puntualmente al segundo de la evolución de los acontecimientos en Galicia. Y en un momento concreto, el gobernador decidió acelerar las cosas. Sus declaraciones fueron el detonante para que Caixa Galicia aceptase otro liderazgo.

El papel de la Xunta en la recta final ha sido casi el de mero espectador. Aunque Núñez Feijóo habló de un "trabajo en común" con el Banco de España parece más exacta la versión según la cual tuvo que limitarse al papel estricto de la vieja ley de cajas y , según algunos, a agradecer la apertura del proceso explorador, porque su posición política era ya delicada.

las cuentas

La cuestión, a partir de ahora, es intentar que las cuentas cuadren y se consiga el dinero necesario para cerrar la fusión. Lo demás –cuadros, sedes e incluso efectos colaterales– pactado, con José Luis Pego como director general. Y a día de hoy, como ya advirtió Ordóñez, las cifras resultan excesivas.

El Banco de España duda sobre el coste de la fusión si no se acometen una serie de acciones, sobre todo desde Caixa Galicia, cuyo máximo dirigente ejecutivo José Luis Méndez, no acaba de aceptar. Y si eso no se hace, las ayudas públicas serían menores y, según algunos, puede que insuficientes.

El FROB, fondo que decide las ayudas y sus condiciones, con controles revisables trimestralmente –y que sancionará en caso de incumplimiento con la posible intervención directa, como avisó Miguel Ángel Fernández Ordóñez– no superará los 1800 millones.

el equilibrio

Otro secreto se refiere a las reticencias del Fondo de Garantía de Depósitos –a la que se refirió la vicepresidenta económica Elena Salgado– para aportar fondos. Los otros bancos y cajas no acabarían de ver con simpatía reforzar con su propio dinero a un competidor directo en el mercado.

Eso aparte, existe dificultad para atender la última exigencia planteada desde el lobby coruñés: una fusión "equilibrada". Javier Losada, alcalde de A Coruña, la reclamó bajo amenaza de movilizaciones al estilo de lo que ha hecho antes su colega de Abel Caballero. Desde sectores mediáticos se apoya ya otra manifestación, pero profusión.

Descartada la absorción, que era el objetivo real inicial que se le exigía a Núñez Feijóo, la evolución de los acontecimientos llevó a plantear primero la paridad –lo dijo el propio Losada, pese a la evidencia de que las dos cajas no son iguales de tamaño– y después el equilibrio, en que se centra ahora otro destacado fusionista, el diputado del PP Pedro Puy.

la realidad

Pero los hechos son tercos y la realidad, dura. La dimensión de los problemas de Caixa Galicia es sustancialmente mayor que los de Caixanova y eso, junto a la distribución territorial de las oficinas y las posiciones en materia de defensa de la competencia, complica, según expertos como el catedrático Xabier Vence, ese equilibrio.

Sea como fuere, las órdenes en el PP son presentar el asunto como una victoria de Feijóo y convertirlo en uno de los ejes de la fiesta conmemorativa del triunfo en las autonómicas.

A ver...