En cuanto nombra uno estas cosas le entra a la gente una risa tontorrona: la forma actual del pudor. Sin embargo en el actual debate científico sobre si las mujeres tienen o no punto G se manejan categorías de alto porte, como la diferencia entre la ciencia anglosajona, que niega su existencia al no tener pruebas físicas, y la latina, más creativa, que no excluye las vías no tangibles para el conocimiento de las cosas. Para los anglosajones el "G" es un producto cultural, que funciona sólo como placebo: la gente que cree en él lo disfruta. O sea, la creencia en el "G" vendría a ser un modo de fé, que proporciona la salvación sólo al creyente. En cambio los científicos latinos sostienen al parecer que el "G" existe, al menos como nudo sensitivo, tenga o no entidad fisiológica. No hay que olvidar tampoco que el norte anglosajón y protestante ha sido siempre muy cicatero con el placer.