El mayor desafío a la ley de partidos políticos sería inscribir una formación denominada Batasuna Española, con candidatos que alternaran los trajes regionales respectivos. Como de costumbre, esta boutade daliniana ha sido desbordada por la realidad virtual de facebook, donde dos presuntos etarras aparecen enfundados en la camiseta de la se-lección española de fútbol, con el escudo nacional a la altura del corazón. La imagen fue colgada un mes antes de la detención de ambos y empeora, desde el punto de vista abertzale, con las camisetas del Real Madrid que componen el telón de fondo de la fotografía.

Los etarras en camiseta no actúan con voluntad de profanación, o con disimulo para despistar a sus captores. La alegre convicción españolista que exhiben en la imagen no se improvisa. Al compatibilizarla con la práctica del terror contra ese Estado, demuestran que las sucesivas y contradictorias causas que abrazan les resultan indiferentes. Se empapan del ambiente, animados por el espíritu de aventura de quienes ejercen de aprendices de palestinos en la región más rica de Europa. Para los dos entusiastas de la camiseta y la sangre rojas, tanto la cárcel como la muerte ajena son irreales. Por fortuna, han ingresado en la primera antes de provocar la segunda. Desde allí disfrutarán del Mundial de Sudáfrica, envueltos de nuevo en los colores nacionales. Su foto de facebook demuestra que nunca imaginaron la dureza de la prisión.

En una misma semana, Aznar insulta a ciudadanos españoles y ETA homenajea al símbolo más consolidado de la nación, por encima de la bandera. Los etarras han ido más lejos que la mayoría de aficionados, demasiado pudorosos para disfrazarse de futbolistas. De aplicar los códigos vigentes en el terrorismo aéreo, se detendrá preventivamente a los portadores de esa prenda que contiene etarras en su interior, además de prohibir de inmediato su comercialización, por no hablar del cierre inminente de facebook. Una simple foto demuestra que ningún país aspira a la independencia futbolística. El balón es la teocracia global.