A estas alturas, y en lo que al sector pesquero se refiere, hay pocos que duden de que atraviesa una crisis que, si no de carácter permanente, tiene tan larga duración que lo parece. Es cierto que algunos prefieren rebajar la solemnidad de esa definición -crisis-, y hablan sólo de problemas, pero aún así los hechos son tercos y demuestran que el sector, desde 1984, no hizo sino encoger aunque mantenga para Galicia una importancia estratégica singular-.

La pregunta del millón es por qué. Por qué con su potencial, con su tecnología, con la preparación de armadores y tripulaciones y su capacidad extractiva y transformadora, pasa lo que pasa. Por qué se aceptan con poca o nula resistencia los golpes, por qué no se habilita una respuesta adecuada y, en definitiva, ninguno de los gobiernos que han sido resultó capaz de hallar remedio.

Las respuestas son al menos tan varias, y complejas, como las preguntas, pero una buena parte de la doctrina ha coincidido en apuntar que quizá el quid resida en la propia estructura del sector. Y en su debilidad. Porque es bien cierto que a la hora de la verdad muchos han ido demasiadas veces cada uno por su lado; otros, no pocos, han preferido además el choque y, en fin, hasta ha habido aquí quienes han preferido marcharse y renunciar antes que quedarse y plantar cara.

Los invitados de FARO analizan algunas de estas cuestiones y coinciden, en general, en un primer diagnóstico: que existe una notable desvertebración y, aunque también quienes la detectan y buscan soluciones, han empezado hace poco y con un considerable retraso y eso requiere para remediarse, además de tiempo, una política homogénea y clara y un esfuerzo -de la Administración- especial e identificable. Y ahora mismo, ni uno ni otro se ven.

Párrafo aparte merece, probablemente, la "cuestión europea". Es un hecho cierto que existe política pesquera común en la UE, si bien en ese concepto no desde hace demasiado tiempo. Y más cierto aún quizá que la que hay, ahora, parece dirigida antes por las ciencias ecológicas que por las marinas y mas por el conservacionismo que por ese otro concepto, etéreo, de la "pesca responsable". Y aunque nadie discuta la necesidad de conservar para el futuro, es un obvio que no puede hacerse a costa del presente.

Alguien dijo, en fin, que el pescado no es antes que el pescador, aunque éste no pueda destruir a aquel. Otro quid.

¿No...?