De modo que, oído lo dicho por el señor presidente, e interpretado el fondo desde la lógica -a pesar de la confusión en las formas-, hay que considerar la decisión de don Alberto Núñez sobre la paga extra a los pensionistas no contributivos como una rectificación. Y, en ese sentido saludarla como ya lo dejó sentado el refrán: como muestra de inteligencia política, social y por supuesto aunque a más plazo, electoral.

Y es que, como él mismo sabe mejor que nadie, el discurso de la prudencia, la austeridad y el ahorro, acompañado con gestos positivos y ejemplarizantes -entre ellos el del recorte de su propio salario y la propuesta de hacer lo mismo con sus conselleiros y diputados- tiene que completarse con un cuidado exquisito en no llevarlo allende lo razonable. Y restar doscientos euros a los más desfavorecidos era un disparate.

Dicho eso, y sin la menor intención de hurgar en la herida, cumple añadir a modo de reflexión que la intervención del jefe del Ejecutivo ha sido también muy oportuna para frenar otro dislate: explicar que la retirada de ese dinero se orientaba a engordar otros capítulos de asistencia social. Que también son necesarios, pero que en todo caso no compensaban el daño directo a los ahora afectados. Y denunciar eso no era demagogia, como algunos portavoces del PP han dicho, sino una obligación elemental, si se quiere moral, para cualquiera con algo de sensibilidad.

Así las cosas, y a partir de ahora -si don Alberto permite la sugerencia- convendría que quienes puedan se pongan a la tarea de explicar bien y con mucha claridad dónde aparece el dinero que se iba a quitar y que ahora no se quita, en cuánto se calcula y cómo se va a abonar a los que se les promete. Sin demasiados tecnicismos, porque ya está bien, y a la vez sin muchas interpretaciones de picapleitos que a veces lo único que logran es confundir: se trata de saber, y vale repetirlo, cuánto, cómo y cuándo se va a pagar ese complemento a los desfavorecidos en 2010. Punto.

Ya puestos, y por completar las sugerencias, quizá proceda una reflexión añadida. Acaso la Xunta de Galicia ahorrase más, y desde luego proporcione mejor imagen, si se decide a derogar el llamado plus de los altos cargos, que en líneas generales consiste en que algunos siguen cobrando por ser lo que ya no son y por hacer lo que ya no hacen. No son muchos en total, pero la suma de lo que en total anual perciben podría ser significativa. Y su eliminación -la del plus- más decente que su mantenimiento.

¿Eh...?