A estas alturas, y más allá de las arengas del señor conselleiro de Cultura y su animosa troupe sobre el papel que el Xacobeo puede jugar para situar -dixit- a Galicia como referencia mundial en 2010, convendría no olvidar un par de datos. El primero que Santiago ya es, con Roma, foco de atención peregrina de la cristiandad y, segundo, que eso se traduce,en términos modernos, como centro universal del turismo religioso.

A partir de ahí, y expuesto sin acritud, lo que procede reclamar a quienes se encargan de organizar todo lo demás alrededor de Compostela, es sencillamente que lo aprovechen con talento y no reduzcan a una especie de largo festival el carácter universal de cuanto significa y se resume en el concepto jacobeo. Y, con todo respeto a otras opiniones, lo que ayer se presentó no parece un prodigio de talento ni de imaginación: es como si a partir de la prédica general de austeridad, alguien la haya confundido con la mediocridad.

En este punto conviene decir que no se trata de discutir el programa ni de polemizar acerca de si en el cartel están los que deberían o solamente aquellos a los que se puede pagar. Hay, sí, nombres que dignifican cualquier panorama de fiestas y otros que podrían ser excelentes teloneros, pero no aparecen los referentes mundiales que, por sí solos, puedan atraer a Santiago y por tanto a Galicia a decenas de miles de personas en una sola noche. No hay dinnero para eso y punto, pero que nadie se extrañe por el chasco.

A partir de ahí quizá hubiera sido preferible en vez de elaborar un prograna de fiestas mejor que otros pero inferior a bastantes, centrarse en lo que de verdad atrae aquí a millones de turistas, ya se verá si diez millones o menos. Dicho de otro modo, la apuesta habría debido ser Santiago, Galicia y su proyección europea y universal a través del Camino, y no lo que parece: una serie de festejos con abundancia de presencia enxebre pero ramploma que más allá del Padornelo o Pedrafita no motiva a venir, y a este lado tampoco a desplazarse.

Es verdad que no todo ha de valorarse en función del caché de los artistas, y que en determinados asuntos sólo el necio confunde el valor con el precio. Pero este Xacobeo 2010 parece ideado más como un recurso económico de urgencia que como un acicate a la inversión, y por lo tanto se ha quedado no en algo austero sino en un argumento mediocre. Y, expuesto con toda consideración para los levantinos procede recordar que el Año Santo no es el festival de Benicasim

¿Eh?