Especialmente en momentos de crisis económica, los presupuesto de las distintas administraciones muestran con quien se compromete cada gobierno, básicamente si con los ciudadanos o con las empresas, aunque quiero señalar desde el principio que este compromiso no es excluyente, pero si es indicativo de donde se sitúan las prioridades estratégicas de cada uno.

En el caso del Gobierno de España, se ha aprobado recientemente el proyecto de Presupuestos Generales del Estado, hablamos del proyecto de presupuestos más austero de los últimos años, que presenta tres objetivos prioritarios:mantener el esfuerzo inversor para la reactivación económica y el cambio del modelo productivo, sobre todo en infraestructuras y en I+D+i, estimular el empleo, así como mantener e incrementar la protección social a los desempleados y a las familias con más dificultades ante la actual situación económica.

Esta es la razón de que el Gobierno, que en años anteriores ha bajado los impuestos, les diga ahora a los ciudadanos que es preciso hacer ajustes fiscales, una subida de algunos impuestos y bajada de otros, para atender a las necesidades de protección social de quienes lo están pasando peor en esta crisis.

No es de izquierdas subir o bajar los impuestos, los impuestos son un instrumento de política económica para alcanzar determinados objetivos, que pueden y deben de modificarse en función de la coyuntura.

Es de izquierdas bajarlos cuando las cosas van bien, para dinamizar el consumo y así, a través de un aumento de la recaudación, consolidar la robustez del sector público; y es de izquierdas subirlos cuando las cosas van mal, y se hace necesario que los menos afectados por la crisis arrimemos el hombro para colaborar en la ayuda que necesitan aquellos que tienes más problemas. Los socialistas no nos vamos a mover de esta posición mas que les pese a los sectores mas reaccionarios de la sociedad.

Defendemos lo mismo, en España donde gobernamos y en Galicia donde estamos en la oposición, unos presupuestos austeros pero solidarios con los más débiles, que a su vez sean un instrumento de impulso de la recuperación económica, del empleo y el cambio de modelo productivo en España y en Galicia.

Para nosotros, en el contexto actual, es necesario dedicar básicamente los presupuestos a la protección social, con una consolidación del esfuerzo en gastos frente al desempleo, pensiones y dependencia, además del gasto en infraestructuras, innovación tecnológica, investigación y desarrollo. Necesitamos unos presupuestos basados en la austeridad, con un potente componente social, el cambio de modelo productivo y el camino hacia el reequilibrio de las cuentas públicas.

Yo creo que es evidente que desde que comenzó la crisis económica, o desde que están en el poder los gobiernos de España y de Galicia, han venido circulando por dos vías diferentes.

El gobierno de España está intentando paliar el descenso de la actividad privada con un fuerte esfuerzo de inversión pública, a través de más de un centenar de medidas para compensar la caída de la actividad económica, como el Plan E y otras. Frente a esto, la paralización de la licitación pública por parte del gobierno de Núñez Feijoo ha sido brutal, con quejas generalizadas por parte incluso de la patronal del sector.

También en la política social las trayectorias son bien diferentes: el gobierno de España trtata de implantar las ayudas a las familias con más dificultades, como el programa temporal de protección por desempleo con 420 euros por trabajador/mes; en Galicia, la política va por otros derroteros, el desarrollo de la ley de dependencia está paralizado, la gratuidad de los libros de texto ha volado por los aires, y el papel de mediación ante los conflictos en el mercado laboral de la Consellería de Trabajo es literalmente cero.

Ante estos dos escenarios políticos, que lógicamente tienen una base ideológica, solo faltaría que no fuera así, los diferentes agentes económicos y sociales se han posicionado y siguen haciéndolo. Por supuesto, es legítimo que lo hagan, pero lo que resulta lamentable es el intento por parte del Partido Popular, tanto cuando gobierna como cuando es oposición de disfrazar sus planteamientos ideológicos y sus objetivos políticos.

Es verdad que en la configuración de esta agenda oculta, el Partido Popular no está solo. Los medios de comunicación conservadores y las diferentes asociaciones empresariales les apoyan, no podía ser de otra manera, defienden los mismos intereses.

En este contexto, el aviso lanzado por el presidente de la CEG, el Sr. Fontela, sobre el exagerado gasto social que "intuye" en el presupuesto de Feijoo para 2010, preparando el terreno para las restricciones en el mismo que se avecinan, o las "reverencias" (entre el esperpento y la burla) entre el Conselleiro de Economía e Industria y el presidente de la CEP, el Sr. Fernández Alvariño, muestran por dónde circulan unos y otros.

Son estos los empresarios que critican el gasto público cuando se destina a gasto social, a la protección de quienes lo necesitan realmente, pero que siempre les parece insuficiente cuando es para conceder subvenciones a sus empresas; cuando ellos tienen dificultades, acuden presurosos a los "fondos públicos", en ese momento no hay ideología…

Los socialistas sabemos, y lo hemos probado con hechos, que hay que apoyar a las empresas, pero para nosotros en el contexto actual, y estamos orgullosos de ello, un gasto social sólido, no solo es necesario, es imprescindible