¿Me comería con gusto una loncha de jamón de cerdo clonado? Lo dudo. Creo que me sabría a fotocopia. Escribo esto mientras observo una fotografía de Kaká, el primer cerdo español clonado. Lo de español no sabemos si es porque ha nacido en España o porque sus padres han sido los componentes de un equipo de investigadores murcianos, quizá por las dos circunstancias. El caso es que se trata de un cerdo español, precisión necesaria cuando el mundo está lleno de nacionalidades y de cerdos. Observo, digo, la fotografía del cerdo, y no encuentro nada anormal en él. Tampoco encontrábamos nada anormal en la oveja Dolly, que en paz descanse. Y sin embargo, tanto la oveja, cuya nacionalidad no recuerdo, como el cerdo español nos producen cierto rechazo.

Nuestra aprensión, según leo, no está justificada. Kaká es tan cerdo (y tan español) como un puerco español cualquiera. La calidad de su carne dependerá ahora de su alimentación y de su calidad de vida. Si come bellotas y hace ejercicio, producirá un jamón de primera. Si se alimenta a base de piensos y se mueve poco, su carne sabrá a cartón de embalar. Cabría preguntarse qué preferiría uno comer, si manitas de cerdo español clonado o de cerdo (español también) engordado de forma artificial. No sabemos a qué carta quedarnos, la verdad. Es como si te dan a elegir entre un Rolex falso o un reloj de marca poco conocida verdadero. O entre un bolso de Louis Vuiton auténtico y uno de imitación. El auténtico, si no te lo regala un gángster, como a Rita Barberá, te sale por un ojo de la cara. El de imitación, siendo prácticamente igual, cuesta dos duros. Podría darse, además, la circunstancia, de que el de imitación fuera español mientras que el genuino fuera francés.

Difícil elección, ya que afecta de forma simultánea a la cartera y a los sentimientos. Creo que la fotografía de Kaká, el cerdo clonado y español, me turba porque remueve al mismo tiempo mis gustos gastronómicos y mis emociones patrióticas. En lo que tiene de clon me da un poco de asco. Pero en lo que tiene de español (a la par que murciano) consigue despertar mi orgullo. Lo bueno de todo esto es que él no se entera de nada.