Vistas las cifras que recauda la Sociedad de Autores, nada hace indicar que estamos inmersos en una importante crisis de confianza del ciudadano a la hora de gastar en ocio. Algunos estamentos, como es el caso aunque hay muchos otros, mantienen sus ingresos sin importarles la situación que se está viviendo.

Nadie niega que tengan derecho a hacerlo, mientras la normativa siga igual que hasta ahora. Pero seguro que muchos vigueses agradecerían que este tipo de emolumentos fuesen reconsiderados a la baja, en aras de arrimar todos el hombro.

Los responsables de Cultura del Concello, pese a todo, mantienen al día sus cuentas con el colectivo de los autores, más que nada para no tener problemas a la hora de realizar futuras contrataciones, que ya se sabe que las actuaciones, sobre todo de verano, son uno de los varemos para calibrar muchas cuestiones, incluso políticas.

Probablemente muchos vigueses no sabían que por contratar artistas para Castrelos en julio y en agosto hay que abonar una cantidad, nada despreciable, por cierto. Pero, ¿realmente está justificado todo este tinglado o es parte de un sistema burocrático impuesto desde hace algunos años? La respuesta puede estar en el viento, parafraseando a Dylan.

Las administraciones deberían informar de ese tipo de gastos, porque, al final, salen de las arcas públicas, es decir de lo que se recauda por los impuestos de uno u otro tipo. Nada que objetar si se tratase de un espectáculo privado, en el que el precio de las entradas está en función de lo que consideren los organizadores. Pero en esta circunstancia el Concello no tiene ánimo de lucro, todo lo contrario. Y las fiestas del verano sin Castrelos no son lo mismo. Un poco de sensibilidad no vendría mal.