A estas alturas, y visto lo que hay, no parece razonable encajar la cuestión de la seguridad de los pesqueros españoles en el Índico en un marco tan estrecho como el que se debate. Es decir, y resumiendo ad simplicem, que la cosa está entre llevar a bordo de los atuneros a una patrulla de infantes de Marina o el consejo gubernamental de que a la hora de la verdad los armadores se las arreglen como puedan.

Lo primero, que reclaman unos y niegan otros, tiene a su favor el ejemplo francés, aunque en realidad habría de tomarlo como modelo en toda su dimensión: no sólo viajar con soldados hará la defensa, sino utilizarlos para el ataque, y eso chocaría de lleno con la pusilánime política exterior del actual Gobierno de España. La que desarrolla el señor Moratinos por orden de don José Luis Rodríguez Zapatero.

(Eso aparte, es cierto también que aunque quisieran, ninguno de los dos podría imitar el modelo francés, por imposibilidad logística y estratégica, e intentarlo aumentaría el peligro para pescadores y militares. París tiene bases en la región y por tanto a los piratas a tiro -nunca mejor dicho- y eso es harina de otro costal porque aporta medios, reduce riesgos y viabiliza diferentes opciones.)

En el otro extremo están quienes insinúan que ya que se niegan militares, o se echa mano de expertos privados o simplemente se abandona el Índico, y ninguna de las dos hipótesis es razonable. La primera porque la memoria de los mercenarios resulta especialmente dolorosa en África y contribuiría a extender el conflicto. La segunda porque un precedente económico así sería la ruina a medio plazo para la pesca de gran altura y quizá otras.

La solución pues ha de ser como el problema: internacional. Pero a la hora de analizarla debe tenerse en cuenta que la imagen de esos piratas, presentados como chusma, no responde el todo a la realidad. Disponen de GPS muy sofisticados, información fiable, canales de financiación solventes y material propio de redes modernas que, además, cobran en Londres y negocian en Suiza.

El factor internacional es, también, clave desde otra perspectiva: con motivo de la amenaza de esos piratas a los pesqueros se justifican el refuerzo del papel de Francia en una zona geoestratégica vital, y la aparición en ella de potencias que, como Rusia y China, nunca habían estado y ahora, por el atún, tienen una excusa excelente.

Todo eso ha de tenerse en cuenta para ayudar a los pescadores secuestrados. También.

¿O no...?