Dos aviones de caza derribaron el otro día a un objeto volador no identificado que un grupo de extraterrestres utilizaba, al parecer, para la práctica del marisqueo furtivo en aguas de Galicia. No es de extrañar. Se conoce que la crisis, en su universal propagación, comienza a afectar también a los habitantes de otras galaxias, atraídos tal vez por la posibilidad de contrabandear unas centollas gratis en este reino.

La escena fue grabada por los tripulantes de un pesquero gallego a los que delata la profusión de admirativos "carallos" con la que ilustran la banda sonora del vídeo. "Pero ¿qué carallo é esto?", ¿qué carallo pasa aquí?", repiten entre la estupefacción y el espanto los testigos del evento histórico en el documento que ya ha sido visto por más de un cuarto de millón de curiosos en YouTube.

Tan llamativas resultan estas imágenes de la caza del extraterrestre en aguas gallegas que hasta alguna tele ha sucumbido a la tentación de difundirlas. Lo ha hecho, eso sí, con notables dosis de escepticismo e incluso de cachondeo, dando por sentado que el video no pasa de ser un montaje y requiriendo la opinión de un experto que, efectivamente, confirma su falsedad.

Lo malo es que en este negociado de las galaxias y los fenómenos más o menos sobrenaturales existen casi tantas opiniones como expertos. No sorprenderá, por tanto, que la autenticidad –o no- del vídeo esté suscitando un acaloradísimo debate con gran profusión de detalles técnicos en los foros de Internet. Hay quien afirma ver no ya uno, sino dos ovnis en la grabación; y quien, por el contrario, advierte que los cazas vuelan demasiado rápido para ser reales. Lo único indiscutible, por el momento, son los rotundos "carallos" que profieren a voz en grito los marineros del barco desde el que se grabó (si es que se grabó) el vídeo.

A la espera de lo que dictaminen los investigadores de Cuarto Milenio, la posición más sensata parece la de los escépticos. La reciente experiencia histórica sugiere, en efecto, que las apariciones de los ovnis y de sus escurridizos tripulantes sustituyeron –allá por los años sesenta del pasado siglo- a las de las vírgenes y otros seres celestiales que bajaban a la Tierra para gozo de pastorcillos.

Muy copiosas en tiempos de escasez alimenticia, las apariciones marianas fueron decayendo a medida que la población del mundo se instalaba en las ciudades e iba dejando el campo sin pastores suficientes para recibir sus mensajes y avisos secretos. La propia Iglesia contribuyó a reducir el exagerado número de videntes de antaño mediante la aplicación de un mucho más severo escrutinio a estos prodigios ultraterrenos.

El hueco lo cubrieron, a cambio, las apariciones de extraterrestres a lomos de platillos volantes. Las apariciones pasaron a llamarse entonces "avistamientos", pero en el fondo siguieron conservando los mismos rasgos enigmáticos y suscitando idénticas dudas que las antiguas visiones de la Virgen.

Algo olvidados durante un tiempo, los ovnis resurgen ahora con fuerza y no es de pasmar que lo hagan mayormente en Galicia, tierra devota del prodigio y de la fábula. Ya son tres o cuatro los artefactos volantes sin identificar que visitaron este reino en las últimas semanas, incluyendo al que tuvo la deferencia de dejarse grabar por unos asustados pescadores de mucho carallo.

Habrá quien deduzca que el amerizaje forzoso de los marcianos en Galicia no es en realidad otra cosa que el "acontecimiento planetario" anunciado meses atrás por la dirigente socialdemócrata Leire Pajín. Verdad es que ella parecía referirse más bien al encuentro de los presidentes Obama y Zapatero que finalmente acabó en agua (o más bien foto) de borrajas. Pero tampoco hay por qué cerrar las puertas a nuevos invitados de otras galaxias en el proyecto de Alianza de Civilizaciones. Esperemos acontecimientos.

anxel@arrakis.es