De modo que, demostrado que los Grupos parlamentarios de este país inician el curso con ganas de trabajar -si se juzga por los anuncios que han hecho de sus intenciones- cabe primero felicitarse y, después, solicitar que apunten bien sus iniciativas. Porque no sólo habrá que medir su importancia y trascendencia, sino también su urgencia, lo que hace del orden de prioridades un elemento clave.

No resulta banal la observación -aunque esté mal el decirlo- porque en la vida política cotidiana de Galicia hay una tendencia que es ya casi costumbre, a mezclar el bien común con el de los partidos y el interés general con el electoral, lo que hace variar el enfoque de problemas cuya solución exige, sobre todo, acciones conjuntas. Y, en los tiempos que corren, no parece necesario esforzarse para hallar ejemplos.

En ese sentido quizá resulte oportuno advertir que los riesgos de la politización -e incluso de la partidización, que es uno de sus peores efectos colaterales- puede convertir el análisis de algunos asuntos que lo necesitan en una especie de bomba de relojería especialmente inestable. Sobre todo con la experiencia de cómo se las gastan aquí los partidos a la hora de sentarse a una mesa, sea ésta parlamentaria o gubernamental

El anuncio del PP sobre su intención de proponer la creación de una comisión en la Cámara con el fin de estudiar el futuro de las cajas podría servir muy bien para demostrar lo que se dice. Sobre todo si se considera otro dato que aporta la experiencia: que aquí, para que algo se complique o se estropee, lo mejor que puede hacerse es crear una comisión. Y a saber qué es lo que se busca de veras con ese anuncio.

Dicho eso es preciso matizar que no se discute la competencia del Parlamento en el terreno financiero de Galicia, del que las cajas forman parte esencial. Pero esa competencia corresponde al aspecto legislativo, no al funcional. Y en ese sentido podrán, de acuerdo con el Estado para evitar los taifatos, fijar condiciones sobre las fusiones, pero no auspiciarlas ni frenarlas. Salvo que se quiera hacer de esas instituciones entes politizados y partidizados, un mal del que se han podido librar hasta ahora.

Con todo, en el PPdeG hay quien olvida que las cajas gallegas han hecho ya hace años procesos parecidos al que ahora desarrollan las andaluzas o las levantinas y que por tanto tienen un terreno ganado que hay que proteger. Y eso debería hacerse con más templanza.

¿No...?