Después de que el presidente del Gobierno se haya deshecho del guardián de la ortodoxia (Pedro Solbes), ya tiene manos libres para gastar el dinero… del que no dispone, según apunta el Gobernador (socialista) del Banco de España, opositor económico del Ejecutivo.

El conflicto ha crecido desde que Miguel Ángel Fernández Ordóñez recomendara una revisión de las pensiones, ante el inminente déficit de la Seguridad Social. Sus correligionarios le acusan de “crear alarma social” (Corbacho) y de basarse en “análisis superficiales” (¡Zapatero!). Pero, ¿quién miente? ¿Aquel que, hasta hace poco, negaba la crisis y hacía previsiones de Alicia en el país de las maravillas o el que se acerca a los pronósticos externos, que apuntan recesión para este año y el que viene… por lo menos?

De todas formas, la cortedad de miras gubernamental (siendo benévolos) no sorprende. ¿Cómo entender que, con el dinero de todos, prepare un plan de rescate de las “cajas en dificultades”, cercano a 40.000 millones de euros, sin garantías de recuperación para los contribuyentes? No sólo eso. Si, por excesos del ladrillo, se han destinado 9.000 millones para una entidad media como Caja Castilla-La Mancha, ¿a cuántas podrá cubrirse, si siete de ellas estarían bajo vigilancia aunque luego lo desmintiera el supervisor?

O el caso del Audi Q 3, en la SEAT de Martorell. Según nuestros políticos, con la fabricación de este modelo se salvan 7.500 empleos. ¿A qué precio? Pues, 300 millones de euros facilitados por todos… por un compromiso a dos años vista. Y, ¿por qué se salvan esos trabajos y no otros? ¿Por la importancia del sector en España o porque tiene consecuencias distintas despedir a 7.500 trabajadores de cuello blanco (informáticos, oficinistas) que a 7.500 empleados industriales enfadados del cinturón de Barcelona?