La campaña turística de la Semana Santa que hoy concluye deja en el sector en Galicia preocupación e inquietud por la caída de la ocupación y la importante reducción del gasto medio por visitante, pese al esfuerzo realizado por los hoteleros para paliar los efectos de la crisis económica con ofertas de paquetes especiales y rebajas de hasta un 30% en las tarifas.

A falta del balance definitivo, los hoteleros hablan de un retroceso medio del 20% con respecto a la ocupación alcanzada hace un año por estas mismas fechas. La Semana Santa arrancó mal y tampoco le ayudó el clima inestable del puente festivo. Con todo, la principal preocupación del sector, más allá de las cifras concretas de la semana pasada, es la tendencia que marca este primer periodo vacacional del año. Si se suman a las cifras de Semana Santa los datos del pasado puente de San José, con apenas un 40% de ocupación media frente al 65% de hace un año, está claro que la conclusión es que estamos ante la severa contención de un sector, el turístico, que en Galicia representa ya el 12 por ciento del Producto Interior Bruto.

La economía española funcionó hasta ahora, básicamente, como un bimotor, con la construcción impulsando un ala y el turismo la otra. Tras el brusco pinchazo del ladrillo y el consecuente desplome inmobiliario, todas las miradas están pendientes de cómo se comporta el otro sector determinante de nuestro desarrollo económico. Y la primera prueba de fuego era el periodo vacacional de Semana Santa. De ahí la importancia de lo ocurrido. Para España en general y para Galicia en particular. Un pinchazo turístico durante el verano agravaría la recesión, aumentaría sin duda las cifras de paro, ya de por sí alarmantes, y sembraría aún más dudas sobre la posibilidad de una pronta recuperación económica.

El potencial turístico de Galicia es enorme. Lo que hace falta es poner en valor su incomparable riqueza patrimonial y natural y complementarla con una ambiciosa y atractiva oferta de ocio que, con la profesionalidad como emblema, capte el interés de los potenciales visitantes.

Y en ese camino queda mucho por hacer. El Parque Nacional Illas Atlánticas, por ejemplo, uno de los grandes reclamos naturales de nuestra tierra, tiene como contraste la mala imagen que ofrece la Estación de Ría de Vigo, punto de embarque de los miles de turistas que cada año visitan este incomparable archipiélago, una de cuyas playas ha recibido merecidamente el reconocimiento de ser una de las más bellas del mundo.

Alcanzar la excelencia turística que Galicia requiere un esfuerzo acompasado de las distintas administraciones públicas y de todos los sectores privados relacionados con esa actividad. Responsabilidad de las administraciones es acelerar las infraestructuras y potenciar las campañas de promoción, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, así como abrir vías de ayudas que permitan modernizar todo el enorme entramado de equipamientos que giran en torno al turismo. La iniciativa privada, por su parte, debe profesionalizar al máximo los servicios, esmerarse en mejorar el trato al visitante, hasta hacerlo acorde con la tradicional y reconocida hospitalidad de los gallegos, y, en el actual contexto de crisis económica, ajustar sus ofertas para que resulten competitivas.

Los hoteles lo han intentado en Semana Santa al reducir sus tarifas en torno a un 20 por ciento. El resultado no ha sido el deseado, pero sin duda ése es el camino. El ajuste de precios en tiempo real, siguiendo la técnica empleada por las aerolíneas, la creación de una plataforma de establecimientos de comercio, hostelería y ocio que ofrezcan descuentos de hasta un diez por ciento, tal y como se ha planteando en la mesa del Patronato Provincial de Turismo, son también caminos acertados.

Los profesionales del sector son conscientes de que deben hacer de la crisis una oportunidad, pero también de que, cuando ésta pase, nada será igual que antes. Como ocurrirá en otros muchos sectores, la actual recesión dejará bajas también en el turismo. Los expertos vaticinan que algunos hoteles, acuciados por una ocupación mínima, se reconvertirán en apartamentos, que otros deberán buscar formas de integración que les ayuden a superar las dificultades y que, desgraciadamente, los habrá también que tendrán que cerrar. Pero coinciden también en que, en general, el sector saldrá fortalecido de la situación actual.

Los resultados de la campaña de Semana Santa deben servir para extraer conclusiones de cara al verano y, sobre todo, para preparar lo que sin duda será el gran reto turístico de Galicia en un futuro inmediato: el Año Xacobeo de 2010.